PERFIL | Chinua Achebe
La voz de la conciencia africana
Amaia EREÑAGA
Muchos han recordado estos días las palabras de otro eminente africano, Nelson Mandela, respecto a la obra de Chinua Achebe, un autor «en cuya compañía la prisión se desmoronaba». Achebe, una de las principales referencias de la literatura africana moderna, un icono cultural, orgullo de Nigeria -y azote de sus gobiernos corruptos, a su vez- y una eminencia mundial comparable únicamente a la de un puñado de autores como Gabriel García Marquez o Toni Morrison, ha tenido una influencia literaria y moral que trasciende fronteras y lenguas.
En medio del tráfico en Lagos, la mayor ciudad de Nigeria, los vendedores ambulantes venden hoy en día copias piratas de sus recientes memorias sobre la guerra de Biafra. Nunca ganó el premio Nobel, aunque muchos pensaban que lo merecía. Y eso que fue «el escritor que enseñó África al mundo», según el propio expresidente sudafricano Nelson Mandela.
Albert Chinualumogu Achebe vivió tiempos de cambios traumáticos en Nigeria y África. Oriundo de Ogidi, una localidad suroriental de Nigeria, consideró su vida como un trueque entre culturas en conflicto. Cuando nació, en noviembre de 1930, su tribu había sido colonizada, reeducada y puesta al servicio del protestantismo. Sus padres, Isaiah Okafo Achebe y Janet Anaenechi Iloegbunam, se habían convertido al protestantismo y bautizado a sus hijos con nombres que combinaban su tradición, que mantenían viva, y la de su nueva visión. Por ello, el nombre original de Chinua Achebe era Albert Chinualumogu Achebe.
Estudió en la Universidad de Ibadan, en el suroeste del país, y trabajó en NBC (Nigerian Broadcasting Corporation) en los años 50, antes de la independencia de 1960. En 1967, y a raíz de las masacres del pueblo igbo, los habitantes del sudeste de Nigeria formaron la nación de Biafra, que Achebe apoyó. La guerra civil que se desarrolló entre 1967 y 1970 tuvo el resultado de un millón de muertes.
El escritor, que más tarde enseñó en su país, Gran Bretaña y Estados Unidos, en 2012 rememoró en su «Historia personal de Biafra (2012), sus vivencias en este doloroso periodo, en el que formó parte del Ministerio de Información de Biafra y desempeñó laborales diplomáticas hasta el fin de la guerra.
Pasó gran parte de su vida adulta en los Estados Unidos -tuvo cátedras en varias universidad- pero nunca dejó de llamar a la igualdad en Nigeria y se negó a recibir hasta en dos ocasiones los más altos galardones de que le ofrecía el gobierno de su país, el más poblado de África y tan rico en petróleo como en corruptelas.
«Autores como el norteamericano Ernest Hemingway retrataron a la población negra africano como salvajes y crearon lo que fue una gran blasfemia», dijo el escritor. «Por eso -agregó- decidí escribir libros en los que los personajes fueran como los africanos que yo conozco». Solía citar este refrán: «Hasta que los leones no tengan sus propios historiadores, la historia de la caza seguirá glorificando al cazador».
Su obra más conocida data de hace cincuenta años, cuando se hizo famoso en todo el mundo con «Todo se desmorona», que versaba sobre los enfrentamientos de su grupo étnico, los igbo, con el colonialismo británico en 1800. Esa obra, impregnada del universo igbo, fue la primera en la historia en la que el colonialismo europeo era relatado desde una perspectiva africana a un público internacional y se convirtió en la novela más leída escrita por un africano. Traducida a 50 idiomas, entre ellas el euskara, se han vendido más de diez millones de copias en todo el mundo.
Posteriormente, Achebe centró su interés en la devastación que provocaron en Nigeria y en África una serie de golpes de Estado que asentaron las dictaduras. En 1983, publicó el ensayo «¿El problema de Nigeria?», un duro retrato de su país natal en el que también expresaba su confianza en que la corrupción endémica pueda llegar a cesar.
Como escritor, productor y profesor universitario, Achebe sirvió como puente entre Africa y Occidente y se convirtió en una especie de vara de medir en virtud de la cual han sido valorados otros escritores africanos.
Dicen que la mejor forma de vengarse del enemigo es utilizar sus propias armas. Quizá por ello Chinua Achebe escribía en inglés, la lengua de los colonizadores. Quizá por ello, también, sus obras tuvieron el impacto que tuvieron: porque recordaron el pasado doloroso y esclavizado de África y retrataron un continente que, para Europa y América, sigue siendo un completo misterio. Desde 1990 estaba paralizado de la cintura hacia abajo a raíz de un accidente de coche. Dicen que ya no tenía fuerzas para soñar.