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Juanjo Basterra | Periodista

El estado de malestar no se entretiene, avanza

Es evidente que el estado de bienestar se está derrumbando de forma acelerada. No se cae por si solo; no, es porque los sumisos al poder económico han apostado muy fuerte para su destrucción. Han dicho: ¡ahora o nunca! Se sabe que el estado de bienestar o la Europa social, como también se la conoce, surgió tras la Segunda Guerra Mundial como respuesta al avance que obtuvo el comunismo y el socialismo. Para evitar su propagación, los capitalistas más feroces cedieron determinadas materias a la población para evitar el hambre, el paro y, a la vez, se produjo un diálogo social estable para equilibrar esa tremenda situación.

La desintegración del comunismo y la aparición de la socialdemocracia permitió que esas puertas hacia una mayor justicia social y de calidad de vida se fuesen cerrando. Llevamos años en esa línea, pero la actual crisis parece que será la que intente ese punto de no retorno y el bienestar se convierta en el estado de malestar.

Los gobiernos no esconden ya prácticamente sus intereses. Recortan las ayudas sociales, aunque en algunos casos traten de enmascararlo. Cambian las leyes a favor de los empresarios, sin ningún problema. Si los habilidosos abogados de los trabajadores encuentran algún resquicio por donde frenar los recortes y los despidos fáciles utilizan la vía del decreto ley para taponar esa pequeña herida al descubierto. Así, aumentan los despidos y desarman a la clase trabajadora. Como tampoco son capaces de frenar las expulsiones de las viviendas de muchas familias debido a que se han quedado en paro o cobrando salarios de miseria y no pueden hacer frente a las hipotecas, aseguran que van a hacer una nueva legislación que no llega para no enfadar a sus amigos los banqueros. Ante la gravedad de los hechos, la movilización de los afectados se convierte en la diana del poder.

Esto no es nuevo. En Euskal Herria se lleva ensayando desde hace años. Se nos quiere cortar la palabra, la lucha y nuestro futuro. No lo han conseguido, porque este pueblo resiste y está vivo. Hay que mantener la lucha en la calle, allí donde más les duele, para aglutinar a la población que sufre este estado del malestar que nos imponela élite económica. Aurrera!

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