Cerrar el pasado para centrarse en el futuro
Las fiestas nacionales corren frecuentemente el riesgo de quedarse reducidas a una mera exaltación simbólica, un recurso emocional necesario para apuntalar a las naciones que ven su supervivencia en riesgo, pero insuficiente en el tránsito del ser nación al ser estado. Para dar ese salto, tienen que llevar añadida una oferta sólida de un futuro mejor para toda la ciudadanía. Por eso, cada Aberri Eguna debe servir para promover un debate serio sobre el estatus de este país, que a los independentistas les conviene abordar con argumentos más que con eslóganes, mejor con información que con propaganda. Porque si la independencia se consigue o no va a depender de la adhesión masiva y libre de las personas, no de colores y tamaños de banderas, de razones históricas -por poderosas que sean- ni de otros elementos icónicos. Eso es precisamente lo que la Red Independentistak ha hecho este año desde una perspectiva socioeconómica, asegurando que una Euskal Herria independiente se gestionaría de modo mucho más justo y eficaz de lo que lo hacen ahora Madrid y París
Lograr esa mayoría popular es la única clave para que el Aberri Eguna pase a ser el Día de la Independencia. Lamentablemente, este país tiene un escollo que no existe en otras naciones en igual tesitura: Euskal Herria debe cerrar el capítulo de un conflicto armado con numerosas consecuencias abiertas. La trágica muerte de Xabier López Peña es ejemplo de ello. Esta cuestión es prioritaria no solo por razones obvias de derechos humanos, sino también porque supone una mochila demasiado cargada para afrontar un camino hacia la soberanía que tiene sus propias dificultades.
Es esto lo que provoca, por ejemplo, que el Aberri Eguna de ayer no fuera tan determinante como la última Diada o el último Newroz. Pero no significa que las aspiraciones de este país no avancen año a año, en cantidad de fuerzas, en claridad de objetivos y en definición de estrategia. Y si acaso, supone un motivo más para atajar las consecuencias del conflicto cuanto antes para poder centrarse en sus causas, o sea, en el derecho a decidir, en la soberanía pendiente, en el futuro.