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Internacional

El Bayern que viene

El equipo bávaro es noticia por su 9-2, lo mismo que el fascista Paolo Di Canio.

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Joseba VIVANCO

«Lo normal sería pagar una multa y ya está, pero si yo fuera un aficionado a mí eso no me dice nada. Queremos estar junto a ellos, cuando ganamos lo celebramos con ellos, y cuando perdemos también lo hacemos juntos. No queremos escondernos». Son palabras de René Adler, el guardameta del Hamburgo que este fin de semana vio cómo su portería era perforada hasta en nueve ocasiones por el Bayern. Y como desagravio a sus seguidores, la plantilla del equipo hanseático invitará de su bolsillo a una barbacoa a todos sus hinchas el 20 de abril en los exteriores del Imtech Arena, al finalizar el encuentro de Liga ante el Fortuna Düsseldorf.

El Hamburgo ha sido la última víctima -si exceptuamos el 2-0 de Champions League a la Juve- de un Bayern que está a punto de alzarse con el título a falta de varias jornadas. Los bávaros no marcaban 9 goles en un partido de Liga desde hacía 29 años, y lo fueron a hacer justo ante el único equipo que ha disputado las 50 temporadas de Bundesliga... y que nunca había perdido por más de 7 goles. Un 9-2 de escándalo en el luminoso, con cuatro dianas del peruano Claudio Pizarro, elevando su cuenta general en la Bundesliga hasta los 164 tantos, sobrepasando a un histórico como Karl-Heinz Rummenigge y metiéndose en la lista de los 10 máximos goleadores de la Liga alemana de todos los tiempos.

El Bayern asusta por sus números esta temporada, pero sobre todo abre el interrogante de si con Pep Guardiola en el banquillo el próximo curso -M´Donalds ya ha lanzado allí su nueva `Hotpepguardinator'- puede convertirse en una alternativa real y venidera al dominio europeo del Barcelona o el propio Madrid. De momento, y antes de que el técnico catalán llegue a Munich, los honores de hacer historia le caben al veterano Jupp -su verdadero nombre es Josef- Heynckes, que también batirá una marca: 23 años después, volverá a ganar la Bundesliga como entrenador.

Otro viejo zorro de los banquillos que lleva camino de sumar otro entorchado más es Sir Alex Ferguson, su vigésima Liga. El United se ha convertido en el primer club en ganar 25 de sus 30 primeros partidos en la Premier y sigue con opciones de superar por primera vez la barrera de los cien puntos. Su equipo no enamora, pero gana, aunque sea con un solitario gol y en propia puerta, esta vez ante el Sunderland. Le bastó para mantener la ventaja de 15 puntos frente a un City que goleó por 4-0 al Newcastle, y al que se medirá el lunes en Old Trafford. Un derbi que decididamente puede valer un título y que, frente a lo que se pudiera pensar, ya tiene 132 años de historia.

Fue en 1881 cuando por primera se vieron las caras el St. Mark's -futuro Manchester City- y el Newton Heath -futuro Manchester United-. «Un partido agradable», describieron las crónicas, que nada tiene que ver con la enconada rivalidad posterior que ha dejado momentos inolvidables como cuando en 1970 George Best le rompió una pierna a Glyn Pardoe, y la lesión fue tan grave que el defensa del City estuvo a punto de sufrir una amputación.

Pero, sin lugar a dudas, ambos clubes disputaron su partido más famoso en la penúltima jornada de la temporada 1973-74. El United necesitaba la victoria para huir del descenso y que los demás resultados le fueran favorables. En el minuto 80, Lee pasó el balón a Denis Law, en ese momento en el City pero todo un mito para la afición Red, quien instintivamente, de un taconazo, metió la pelota en la meta rival. Cuando sus compañeros se abalanzaron sobre él para felicitarlo, el escocés, consciente de las consecuencias que acarrearía aquel gol para su antiguo club, se negó a celebrarlo. «Rara vez me había sentido tan hundido en toda mi vida como aquel fin de semana. Después de 19 años de darlo todo por meter goles, acababa de anotar uno que habría deseado no haber marcado jamás».

Después de aquel gol, Law fue sustituido y nunca más volvió a jugar en la Liga. A pocos instantes del pitido final, los aficionados del United irrumpieron en el terreno y provocaron que el árbitro suspendiera el encuentro. Los `Diablos Rojos' bajaron de categoría. Aquella jornada se sigue recordando como el día en el que Lawman relegó a Segunda a su antiguo club.

Hoy, el City aspira a ser la alternativa al United y, mientras lo logró hace un año, y lo intenta este, el próximo lunes sus aficionados volverán a reprochar a sus vecinos que en realidad no son un equipo de Manchester, puesto que el estadio Old Trafford se levanta fuera de los lindes urbanos, en la localidad, precisamente, de Trafford.

Mientras ambos se juegan la Premier, por detrás la lucha es feroz por entrar en Europa. El Tottenham sigue tercero al ganar con otro gol de Gareth Bale y esta jornada recibe al Everton, sexto a seis puntos. El Chelsea del «interino» Rafa Benítez sigue cuarto, y eso que perdió 2-1 ante el Southampton, al tiempo que el Arsenal se paseó (4-1) ante el colista, con el dato destacado de que Mikel Arteta fue el único jugador de las cinco grandes ligas europeas que firmó más de un centenar de pases. El Liverpool, séptimo, hundió un poco más al Aston Villa (1-2), y sumó su victoria 1.800 en Premier, el primer equipo inglés en lograrlo, tras remontar su errática trayectoria este curso y anotar 28 goles en los 11 partidos que ha jugado desde enero.

Pero si la pelea europea esta on fire, por abajo entre el Aston Villa y el Southampton hay cuatro puntos de diferencia, y Stoke, Norwich, Newcastle, Sun'land y Wigan están en medio de ellos. Aunque si esta semana ha habido una noticia que ha ensombrecido lo meramente deportivo esa ha sido la contratación del italiano Paolo Di Canio como nuevo técnico del Sunderland. El mismo que lleva grabada en su brazo la palabra `Duce' y que no ha tenido remilgo alguno en aclarar que «yo no soy racista. Soy fascista».

A falta de Mario Balotelli, los diarios sensacionalistas británicos tendrán ya de qué hablar con la llegada del polémico Di Canio, declarado admirador de Mussolini, defensor del saludo a mano alzada como recuerdo de la antigua Roma, y la cara más visible del pensamiento fascista de algunos conocidos jugadores italianos, caso de Gigi Buffon, quien mostró en su día una camiseta con la frase mussoliniana «Boia chi molla» (A la guillotina el que se rinda), o una bandera con una cruz celta del fascismo italiano; o el guardameta del Milan Christian Abbiati, quien admitió compartir «con el fascismo ideales como la patria, el orden social y los valores de la religión católica», al tiempo que en su móvil sonaba el ``Faccetta Nera'', himno fascista; o Alberto Aquilani, quien jugara en el Liverpool, y declarado fascista de corazón.

Mujeres y homosexuales

Son solo algunos ejemplos que han vuelto a ser recordados tras el salto al primer plano de Paolo di Canio, quien ha asegurado que no vuelve al fútbol inglés para hacer política, aunque el vicepresidente del club, David Miliban, ha renunciado ya a su cargo nada mas confirmarse el fichaje. Algo parecido, dimitir, es lo que anunció estos días el técnico del equipo femenino del Olympique de Lyon después de que el director deportivo de la entidad, Bernard Lacombe, dijera literalmente: «Yo nunca hablo con las mujeres de fútbol, me da asco, que vuelvan a las cocinas». Frases fuera de lugar que revelan que aun queda mucho por hacer en cuestión de igualdad dentro del fútbol. O que se lo pregunten si no a Antonio Cassano, cuando se soltó aquello de «espero que no haya maricones en la selección», tras ser convocado por su país.

Quizá por cosas como esas el estadounidense Robbie Rogers, que militaba en el Stevenage de la League One inglesa y antes en el Leeds, ha dejado el fútbol a los 25 años tras revelar su homosexualidad. «En los últimos 25 años he tenido miedo a mostrarme como realmente soy. Miedo a ser juzgado y no conseguir mis sueños y aspiraciones. Miedo de que mi gente me tratara de forma diferente si conocían mi secreto, miedo a que mi secreto se pusiera en el camino de mis sueños como jugar un Mundial, los Juegos Olímpicos... Pero es hora de irse, de descubrirme lejos del fútbol. La vida está llena de cosas maravillosas. Soy un hombre libre», explicó.

Por fortuna, en el fútbol siempre nos quedarán también opiniones como las del genial inglés Joey Barton, ahora en el Marsella, quien no contento con ridiculizar la nariz de Ibrahimovic en un partido -«necesito decir palabrotas y ser maleducado para hacer goles», ha confesado, por cierto, el sueco-, ha declarado sobre el prometedor astro carioca Neymar: «Es el Justin Bieber del fútbol». El tiempo dirá si tiene o no razón.

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