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La escena vasca queda huérfana con la desaparición de la actriz Mariví Bilbao

Mariví Bilbao, de 83 años, falleció ayer en su casa bilbaina. Fundadora del grupo de teatro Akelarre cuando contaba poco más de veinte años y con casi cincuenta filmes en su haber entre cortos y largometrajes, consiguió el reconocimiento del gran público gracias a sus papeles en las series de televisión «Aquí no hay quien viva» y «La que se avecina». En 2006, su ciudad natal la homenajeó nombrándola pregonera de Aste Nagusia.

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Alvaro HILARIO | BILBO

María Victoria Bilbao-Goyoaga Álvarez, más conocida por el nombre artístico de Mariví Bilbao, falleció ayer, por causas naturales, a la edad de 83 años, en su ciudad natal, Bilbo, acompañada por su familia.

Actriz, retirada de la actuación desde hace un año, desarrolló la mayoría de su carrera en el teatro y el cine a pesar de lo cual fueron sus papeles televisivos en «Aquí no hay quien viva» (2003-2006) y «La que se avecina» (2007-2012) quienes le otorgaron el reconocimiento del gran público.

Compañeros de profesión, políticos y ciudadanos de a pie expresaron ayer su tristeza por el fallecimiento de la actriz a través de medios de comunicación y redes sociales.

Duros comienzos

Su trayectoría en las tablas viene marcada por el grupo de teatro Akelarre (uno de los grupos de teatro independiente más destacado de Euskal Herria), dirigido por Luis Iturri y del que la propia Mariví fue fundadora cuando contaba con poco más de 20 años. Eran tiempos en los que ningún progenitor quería ver a su prole dedicándose al oficio de cómico y el padre de Mariví no fue una excepción: «No querían ni verlo. Mi madre murió joven, pero mi padre no quería que hiciese nada de eso y con el tiempo me tuve que marchar de casa», declaró a ETB en 2011. De hecho, utilizó el seudónimo de Angela Valverde para esquivar la oposición paterna.

Su amor por el teatro, sin embargo, no conocía de barreras y obstáculos. Así, aseguraba, en la misma entrevista que «cada uno hace lo que ha querido hacer, en lo que se ha empeñado. Y cuesta mucho, porque te dejas la piel a cachos».

El cine

«En la época que yo tenía como 28 años o así, les dio por venir al País Vasco a hacer películas porque es muy bonito. Ellos ya venían con los protagonistas desde Madrid, pero a los actores de aquí nos contrataban. Entonces empecé a hacer cine y dije: `Joe, a mi esto de la cámara me encanta'. Y me enamoré mucho del cine. Es lo que más me gusta hacer», confesaba la actriz bilbotarra ante las cámaras de ETB antes de empezar las grabaciones de la que iba a ser su última temporada de «La que se avecina».

Su dilatada trayectoria cinematográfica -compuesta por casi una cincuentena de títulos entre largometrajes y cortos- comenzó de la mano del donostiarra Javier Aguirre, quien le hizo debutar en el celuloide con su corto «Amores» (1959) y quien, asimismo, le facilitó sus primeros papeles como protagonista en este medio con «La interrogación de F. Bardají» y «Playa insólita» (1962). Juanma Ortuoste y Javier Rebollo, por su parte, le dieron celebridad gracias a los largometrajes «Agur Txomin» (1979) y «Siete Calles» (1981).

Desde ese momento su carrera cinematográfica se caracterizó por la el trabajo con jóvenes directores: «Prefiero trabajar con directores jóvenes que con los viejos, porque los viejos son buenísimos y les doy un mérito terrible, pero se enamoran mucho de lo que escriben y noquieren salirse de ahí. Y muchas veces los actores, según como se encuentren, pueden mejorar el papel, diciendo lo mismo, pero los viejos no se atreven», apuntaba una transgresora Mariví Bilbao.

Fue la televisión, sin embargo, la que la catapultó a la fama por su participación en las series «Aquí no hay quien viva» y «La que se avecina». Señalar como curiosidad que en la versión argentina de la primera de ellas, emitida en 2007, su par sudamericana calcaba el papel, incluyendo el eterno cigarrillo.

Su trabajo en la escena fue reconocido por la profesión y los medios de comunicación. Así, en 1996, la Asociación de Actores Vascos le concedió el premio El Abrazo. También obtuvo una Biznaga de Plata del Festival de Málaga a la Mejor interpretación femenina por el cortometraje «La primera vez» (2001) de Borja Cobeaga. En 2004, recibió un premio de la Unión de Actores por «Aquí no hay quien viva», trabajo por el que fue de nuevo premiada en 2005 por la Academia de Televisión del Estado español.

Aunque se quedaron sin premio finalmente, viajó a Estados Unidos, a Hollywood, con el equipo de Borja Cobeaga, nominado a los Óscar en 2007 por el cortometraje «Éramos pocos».

Otro reconocimiento, aunque de índole diferente, fue su nombramiento como pregonera de Aste Nagusia en el año 2006. En la rueda de prensa donde estrenó condición, sin vestir el uniforme y fumando sin parar, recordó que su profesión pocas oportunidades le daba de asistir y participar en las fiestas, a pesar de lo cual señaló que la nominación había sido «un subidón terrible» .

Condolencias

Conocida su muerte, compañeros de profesión y cargos públicos mostraron sus condolencias. Destacamos, como muestra, el mensaje que la popular Maribel Salas dejó en Facebook: «Gracias Marivi por tantos buenos momentos. Empecé en esta profesión compartiendo escenario contigo y aprendí tanto a tu lado... Siempre tenías anécdotas y consejos, porque, como tu decías: `Tengo percebes en... las cejas de hacer teatro'. Sobre todo nos enseñaste que la vida sin sentido del humor no es lo mismo».

PRIMEROS LARGOS

«Siete Calles» (1981), de Ortuoste y Rebollo; «Eskorpion» (1988), de E. Tellería; «El mar es azul» (1989), de Ortuoste; «No me compliques la vida» (1991), de E. Del Río; «Sálvate si puedes» (1995), de J. Trincado; «Salto al vacío» (1995), «Pasajes» (1996) y «A ciegas» (1997) de Calparsoro; «Malena es un nombre de tango» (1996), de G. Herrero; «Entre todas las mujeres» (1998), de Ortuoste; «Pecata minuta» (1999), de R. Barea; «Ione, sube al cielo» (1999), de J. Salegui; «Las huellas borradas (1999), de E. Gabriel; «Aunque tú no lo sepas» (2000), de J. Córdoba; «La comunidad» (2000), de A. de la Iglesia.

ARRIAGA

«Trabajó en el Teatro Arriaga en producciones de zarzuela y también en obras de teatro, dejando una huella imborrable en todas las personas que tuvimos contacto con ella por su trabajo, su alegría y su gran carácter», dijo Emilio Sagi, director artístico del Teatro Arriaga.

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