Siguen sin asumirse las responsabilidades en la debacle de Chipre y el precedente que asienta
Chipre era considerada, con razón, las Islas Caimán del Mediterráneo. Su sistema bancario nunca se basó en la economía real, y tenía activos siete veces más grandes que su producto interior bruto. Más de 270.000 compañías estaban registradas en ese pequeño país, con un impuesto de sociedades de un 10% e infinidad de regulaciones que favorecían la especulación. Miles de petroleros y portacontenedores surcaban los mares del globo bajo bandera chipriota. Mientras el negocio funcionó bien, todos hacían la vista gorda, y la siguen haciendo aún con países europeos que presentan similitudes, como es el caso de Malta o Luxenburgo. Ahora, la Troika se presenta como salvadora por haber evitado el peor escenario.
El Gobierno chipriota es ciertamente responsable de haber inflado artificialmente su economía y de otros errores significativos. Pero Alemania, Finlandia, Holanda o Austria, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional presionaron para gravar los ahorros de la gente, y deben asumir sus responsabilidades en esta debacle. Sin aprender la lección de Chipre y el precedente que asienta, es probable que frente a otros rescates la gente no tenga tanta «suerte».