Desvelar
Josu MONTERO Escritor y crítico
Aventura», de Alfredo Sanzol; «El Régimen del Pienso», de La Zaranda; «A cielo abierto», de David Hare; «Subprime», de Fernando Ramírez; «Punto muerto», de Blanca Doménech; «Recortes», de Juan Cabestany; «Mercado libre», de Luis Araujo; «El alma se serena», de Paco Zarzoso; «De ratones y hombres», versión teatral de Miguel del Arco de la novela de John Steinbeck... Algunas ya las hemos visto por aquí, otras las podremos ver en breve. Reforma laboral, empobrecimiento, corrupción, omnipotencia del capital y los mercados, miedo, especulación inmobiliaria y financiera, deshumanización... Al impetuoso empuje de los acontecimientos, el teatro regresa a la cruda realidad. Con la transición, el teatro crítico independiente y los autores sociales de los 60 y 70 se volvieron anacrónicos; por mucho que algunos siguieran erre que erre con que los polvos que se empezaban entonces a urdir traerían pringosos lodos. Sastre seguía empeñado en la necesidad de un teatro subversivo, movilizador, un teatro que contara «el horror sin cuento», y eso sabiendo que «la mala literatura hace que huya la verdad». Lejanos ya Piscator, Brecht, Weiss o Boal, autores franceses como Michel Vinaver o Jean Claude Grumberg (guionista de pelis de Costa Gavras como «Arcadia» o «El capital») o ingleses como Edward Bond o David Hare han abordado en sus obras cómo la estructura política o las interesadas coyunturas económicas o laborales condicionan la vida diaria de los seres humanos. Salvo algún francotirador ocasional, el teatro español ha vivido de espaldas a lo que se cocía. Una de las funciones del teatro consiste en desvelar la mentira social, mostrar el monstruo oculto tras las apariencias; y hacerlo cuando el público vive aún su bien satisfecho sueño, porque de hacerlo cuando ya es obvia la pesadilla corre el peligro de remar a favor de la moda.