La dirección federal del PSOE ha optado por sustituir a Roberto Jiménez como candidato a la Presidencia del Gobierno navarro en las próximas elecciones y ha optado por la baza de la senadora María Chivite.

A pesar de que Yolanda Barcina es la única que puede convocar elecciones y se aferra al poder para tratar de evitar ser procesada, la evidencia de la crisis institucional que vive Nafarroa hace que los partidos estén preparando la hipótesis de un adelanto electoral. A Barcina cada vez le es más complicado gestionar el Gobierno desde su minoría en el Parlamento, la división en el seno de UPN y la demanda de dimisión que cada vez se escucha con más rotundidad por parte de la ciudadanía.

A UPN no le convienen unas elecciones, según las encuestas que manejan los distintos partidos, pero el PSN también teme sufrir un importante descenso en su representación parlamentaria. Actualmente tiene nueve escaños y un retroceso supondría perder la condición de segunda fuerza parlamentaria, algo que ya se ha producido de facto puesto que los grupos de Bildu y Aralar-NaBai actúan de manera coordinada.

En este escenario, Jiménez aparece en Ferraz como uno de los responsables del bajón electoral del PSN. Ha liderado el partido en Nafarroa desde 2008 y ocupó el cargo de vicepresidente del Gobierno navarro con Yolanda Barcina de junio de 2011 a junio de 2012. Durante su etapa en el Ejecutivo, participó en la política de recortes antisociales y tras su expulsión no ha sabido marcar distancias con la derecha. Es más, el PSN no ha sabido o no ha querido romper los lazos que todavía le ligan a UPN.

Hay otro elemento que ha sentenciado a Jiménez en la sede del PSOE en Madrid: su apoyo a Carme Chacón en la pugna que mantuvo con Alfredo Pérez Rubalcaba en febrero de 2012 y en la que actual secretario general se impuso solo por 22 votos.

La división del partido a nivel federal también se trasladó a Nafarroa. Jiménez apoyó a Chacón y el diputado Juan Moscoso se alineó con Rubalcaba, hasta el punto que fue el portavoz de su candidatura a nivel estatal.

Aunque se intentó dar la imagen de que las primarias no habían provocado heridas en el seno del PSOE, la tensión entre los dos sectores existió y sigue existiendo. Fuentes internas del partido señalan que desde la victoria de Rubalcaba Jiménez no tenía futuro político.

Asimismo, Jiménez se presenta como un problema a la hora de volver a establecer lazos con UPN. Su relación con Barcina es tumultuosa, especialmente desde que la presidenta mandó a un policía foral en moto a su domicilio para comunicarle su cese como vicepresidente. El propio Rubalcaba viajó a Iruñea para garantizar el apoyo del PSN a UPN y «a la estabilidad de Navarra». Y Jiménez se había convertido en un lastre para ello.