Miles de mariposas que revolotean en el estómago, preludio de una ilusión que embarga a la afición bilbaina
En coche, en avión, de forma directa o después de realizar mil combinaciones, e incluso apurando el viaje a la jornada de hoy, más de 2.000 seguidores de Uxue Bilbao Basket quieren hacer suyo Charleroi. Un evento que puede reportar el primer título para los hombres de negro.
Arnaitz GORRITI
Charleroi recibe con nubes la final de la Eurocup. La capital de Walonia no es el escenario más bello del mundo, pero está relativamente cerca y la ocasión lo merece. El tiempo camina pesaroso, aplastado por un cielo plomizo, hasta que se llegue a las 21.00 de esta noche y el balón se lance al aire de una buena vez. En el mejor de los casos, hasta que se abra la Fan Zone de Bilbao Basket, hacia las 17.00. El aire se respira pesado y hasta el más templado de los aficionados siente algo en su interior: son las mariposas en el estómago, preludio de una tormenta desatada, quién sabe si teñida de alegría.
Hubo quien se pegó el madrugón. Unos 200 valientes se apuntaron al vuelo chárter que llevó a la expedición de Uxue Bilbao Basket; esto es, que volaron a tierras belgas con los jugadores y los técnicos. Todos ellos atendieron con diligencia y paciencia a estos pioneros de un contingente que se prevé supere los 2.000 aficionados hasta separar sus caminos en Bruselas.
Este par de centenares era la primera avanzadilla de una masa que cuenta con el respeto del propio plantel de la plantilla bilbaina, y que apuraba todas las maneras posibles de venir a Charleroi. «Hay 2.000 aficionados casi seguros, y eso supone un plus para nosotros», declararía en la rueda de prensa de presentación Axel Hervelle. «Si la final está a un 50%, al menos en lo que a seguidores respecta, la final va a ser nuestra. Espero que podamos aprovechar esta ventaja y ojalá se nos añadan unos cuantos belgas más», auguraba el ala-pívot de Lieja.
Más nerviosos que nunca
Uno de los comentarios más escuchados entre la seguidilla de aficionados de los hombres de negro era el «estoy más nervioso que nunca». Desde los más veteranos, que comparaban su ilusión con aquella que desbordó a los aficionados del Baskonia en Laussana en la final de la Recopa de 1994 -muchos de ellos, aunque fuera por televisión, también empujaron a la hinchada gasteiztarra-, a los más jóvenes, la final de la Eurocup se veía no ya como un premio, como pudo ser el disputar la final de la Liga ACB de la campaña 2010/11, sino la antesala de su primer gran título después de los ascensos. «Como quien dice, hace dos días estábamos naciendo y soñábamos con jugar la Liga ACB, y fíjate ahora», comentaba Asier, uno de los seguidores bilbainos al aterrizar en Charleroi en un vuelo que trajo a un numeroso contingente desde Santander. «Y esto no es como jugar ante el CSKA el año pasado. Que el Lokomotiv Kuban es muy bueno y te puede ganar, pero tú también tienes posibilidades reales», añadía.
«Fíjate si hay gente capaz de todo por ver este partido: hay quien viaja el sábado de Bilbo a Madrid en coche, de ahí a Bruselas en avión y luego en tren hasta Charleroi», explicaba Carmen, mientras intentaba combatir las «mariposas del estómago» que la atacaban a cada momento.
Fotos, cánticos, sonrisas, nervios peor contenidos que nunca y ante todo, ilusión todavía contenida. Y lo que es mejor, aún no han llegado todos, porque faltan los seguidores que, de la forma más estrafalaria o convencional, todavía deben aparecer en un Spiroudome que se prevé se tiña de negro. «No sé si ganaremos o no», concluyen estos seguidores, mencionados y anónimos «pero lo cierto es que queremos ver competir a nuestro equipo y lo vamos a ver aquí».