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Mantengamos, ahora también, todas las hipótesis abiertas

Según explicó en su momento Rodolfo Ares, la razón por la que la Ertzaintza no dio desde un principio una versión oficial sobre la muerte de Iñigo Cabacas que coincidiera con los hechos, a saber, que el joven seguidor del Athletic murió a raíz de una carga indiscriminada e injustificada y como consecuencia de un pelotazo en la cabeza lanzado a corta distancia por un policía, fue que la Policía autonómica tenía la obligación de contemplar todas las hipótesis. Ahora, tras leer y, sobre todo, tras escuchar las comunicaciones internas entre mandos y patrullas en aquella fatídica noche, es un buen momento para seguir el método deductivo aplicado por los responsables del entonces Departamento de Interior, ahora de Seguridad.

En ese sentido, la primera hipótesis tiene que ver, precisamente, con la propia versión oficial. El Departamento de Interior intentó relacionar la carga con una pelea que había tenido lugar en las cercanías de donde hirieron de muerte a Cabacas, hasta el punto de enfocar la investigación a la detención de los participantes en aquella riña. Y lo logró. Mientras en un año ha sido incapaz de identificar claramente a un ertzaina entre apenas media docena de agentes que pudieron realizar el disparo mortal, la Ertzaintza fue capaz rápidamente de encontrar y detener entre decenas de miles de seguidores a los supuestos participantes en aquella pelea. Pero, según se desprende de las grabaciones, desde un primer momento la Policía sabía que la pelea había terminado hacía tiempo y que los participantes ya no estaban en el lugar de los hechos. Por lo tanto, esta era una hipótesis que Ares no debería haber promovido públicamente en caso de haber tenido conocimiento de las grabaciones. Dando por hecho que no cabe pensar que desconocía la existencia de esas comunicaciones, ¿sabía Ares su contenido exacto? Si no es así, ¿por qué no cesó a los responsables de ocultarle una información tan determinante? En caso contrario, si estuvo al corriente, ¿por qué mintió? Aquí se abren como mínimo dos hipótesis: o Ares y su equipo son una banda de ineptos o actuaron de mala fe, sin voluntad alguna de aclarar los hechos y metiendo ruido para desenfocar lo ocurrido.

La segunda hipótesis tiene que ver con la actuación del mando que desde «Ugarteko», la comisaría de la Ertzaintza en Deustua, hizo caso omiso del relato del agente al mando en el terreno -que repetidas veces le informó de que no había incidentes, de que había una gran aglomeración de gente festejando la victoria del Athletic y de que la situación estaba controlada- para de manera autoritaria, basada en prejuicios y sin el más mínimo principio de cautela, ordenar que se cargase «con todo lo que tenemos, en la herriko». Escuchadas una y otra vez las comunicaciones internas de la Ertzaintza, no cabe duda de que el responsable del operativo es responsable directo de la carga, que esta no estuvo justificada en ningún criterio de seguridad aceptable y que, por ende, es corresponsable de sus consecuencias. Sin embargo, no hay noticia de que hasta el momento ningún ertzaina haya sido apartado de su cargo, ni siquiera cautelarmente. La hipótesis más pertinente es clara: se ha querido proteger a ese mando. En este punto hay que recordar que se trata del mismo agente que cuando le informan que hay un herido, probablemente por un pelotazo, responde que «se habrá desmayado». Lo que demuestra que desde un primer momento sabían lo que había ocurrido y trataron de ocultarlo, con la colaboración de sus responsables políticos.

Otra hipótesis tiene que ver con la propia carga, que tal y como reflejan las grabaciones fue muy violenta -esto queda claro cuando el mando sobre el terreno pide entre sonido de pelotazos a sus agentes que vayan «suave, suave»-. Ha pasado un año y, que se sepa, ningún agente ha ofrecido información que lleve a identificar al responsable del disparo. La hipótesis vuelve a ser clara: se está encubriendo a un homicida. Incluso si no tenía voluntad de matar, si fue un «accidente», lo cual en ningún caso elimina la responsabilidad penal en una muerte, lo obvio es que no tiene voluntad de colaborar con la Justicia. Ni él ni sus compañeros que lo encubren.

Qué hay que hacer para que Iñigo sea el último

PNV, EH Bildu y PSE fueron a las elecciones con la promesa de una reforma de la Ertzaintza, que según todos debe adaptarse al nuevo tiempo político abierto tras el cese definitivo de la actividad armada de ETA. Pues bien, sostengamos como hipótesis que tienen verdadera voluntad de hacerlo, de convertir a la Ertzaintza en una Policía al servicio del pueblo. Que el crimen por el que murió Iñigo Cabacas no quede impune es una de las condiciones para que esa hipótesis sea firme. El PNV tiene una responsabilidad especial en este terreno y en este momento, tanto por estar en el Gobierno como por haber sido el partido que diseñó el modelo actual.

De no ser así, si el caso se cierra en falso, si no se conoce la verdad, si no se condena al homicida y si no se asumen las responsabilidades en los diferentes ámbitos, nadie podrá sostener que existe una verdadera voluntad de cambiar de modelo policial.

Al mismo tiempo, resulta urgente que se tomen medidas como la prohibición definitiva de material antidisturbios peligroso, la disolución de la Brigada Móvil, formación y nuevos protocolos de actuación y reglamentos, depuración de cargos... Es decir, una revolución en la mentalidad de un cuerpo que ha tenido en la represión una función capital. Y esto es un hecho, no una hipótesis.

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