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ATHLETIC Un Madrid ramplón se encomendó a un chulesco Ronaldo para llevarse el partido

Dieron la cara y se la partieron

Los rojiblancos consiguieron sobreponerse al tempranero gol del portugués y cuajaron una buena primera mitad, aunque sin ocasiones manifiestas. En el segundo tiempo, el desgaste físico y sobre todo el segundo tanto del delantero echó por tierra cualquier ilusión.

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ATHLETIC 0
REAL MADRID 3

Joseba VIVANCO

Así sí, aunque te partan la cara. Entrega, pundonor y derroche les sobraron anoche a los de Marcelo Bielsa, incluso buen juego y desborde en una muy buena media hora de la primera mitad, pero la diferencia en un partido la marcan esos grandes delanteros, como Cristiano Ronaldo, que en dos chispazos, en una saque de falta y en un cabezazo al saque de otra, amén de su asistencia en el tercer gol, echó por tierra la valentía de un Athletic con bajas sensibles pero que apenas sí se notaron lo justo sobre el césped. Ayer no hubo desazón, ni reproches más allá de que para ganar un partido hay que, primero chutar, y segundo meterla. Los leones apenas lo hicieron, aunque llegaran con fe y atino. La diferencia, como decíamos, es que mientras Susaeta no envió a la red su tiro cruzado, Higuaín, desde idéntica posición, sí.

No pudo ser. Pudo parecerlo por momentos, pero al final dio la impresión de que era un puro espejismo, una ilusión. Un querer y no poder. El Real Madrid, incluso jugando como ayer, como desconectado, te hace un siete; bueno, ayer un tres, como el año pasado. Tres fogonazos, no necesita más, a parte de tener ahí a Xabi Alonso y a un tal Khedira, y que cuando quiera aparezca ese jugadorazo que es Ronaldo, tan bueno con el balón como poco inteligente sin él.

Atacaba el Athletic de salida hacia la tribuna de Ingenieros, como mandan los cánones. En el lado opuesto, en la de Misericordia, tras la portería defendida por Iraizoz, los asientos de Herri Norte los ocupaban sendas pancartas que reclamaban justicia para Iñigo Cabacas y otro modelo policial. Por la megafonía, ni se escuchaban los nombres del once merengue, tal era el griterío atronador de una grada que ya había ensayado la pitada cuando se nombró la capitanía de Llorente. Tarde de temperatura veraniega que dejaría helado al respetable al minuto de juego. Tras un tuya-mía de cabezazos en la medular, primer balón para Ronaldo y falta por detrás de Susaeta. De ahí a la red, una veintena de metros. La pega el portugués e Iraizoz se estira para la foto. Primer minuto, ventaja para el Madrid.

Si ya de por sí las sensaciones prepartido no eran las mejores en la parroquia rojiblanca por las numerosas bajas de los leones y la entidad del rival que apenas sí dejó en el banquillo al francés Varane y en Madrid al mago Özil, la primera en la frente se antojaba excesiva. Nada más lejos de la realidad, aunque es cierto que al Athletic le costó no sobreponerse, sino cogerle el tranquillo a un peligroso partido. Fallos en las entregas al compañero de la misma camiseta que diría Bielsa, precipitación en los pases, la grada lo perdonaba y se metía cada vez más en el encuentro, eso sí, de la mano de un Teixeira Vitienes que le iba a robar protagonismo al mismísimo Ronaldo.

El graderío se caldeaba a cada pitido del colegiado o cada caída del siete luso, que se las tenía tiesas con el joven Ramalho, mientras el Athletic, manejado por un bárbaro Ander Herrera en la conducción y la casta, se hacía con el timón del juego. Fue precisamente a partir del minuto veinte, marcado con la primera gran ocasión local a disparo cruzado de Susaeta que desvió con los dedos Diego López, cuando el Athletic decididamente se erigió en dueño y señor del último clásico.

Una endiablada contra de Benzema y un disparo de Khedira a las manos de Iraizoz fueron los chispazos de un Madrid muy diferente en actitud y ambición al que se proclamó campeón la temporada pasada en la misma Catedral. Ronaldo iba a lo suyo, Di María se había quedado dándole al mate en la caseta, Modric no atinaba, Alonso trataba de poner orden, Ramos vagaba perdido en banda derecha y Marcelo se limitaba a cumplir en la izquierda. En frente, Iturraspe se convertía con su derroche físico en el apoyo perfecto de un enorme Herrera, Muniain por dentro y entre líneas hacía mucho daño, Ramalho crecía a cada minuto, Ibai otro tanto...

Y aun así, y a pesar de ese dominio quizá engañoso de los leones, Di María tuvo tiempo de enviar un balón al larguero. Con qué poquito y eso que ayer la zaga rojiblanca tampoco es que diera facilidades. Herrera despidió la primera mitad con un zapatazo lamiendo el poste de un inédito Diego López.

Había confianza en los de Bielsa, tanta como que era evidente que el generoso derroche físico les iba a pasar factura. Y así fue; eso y el 0-2 que cayó como una losa. Antes, Ronaldo se encargó de liarla, de encararse y de sacar su repertorio gesticulero, victimista y más pueril. Y el viejo San Mamés se lo agradeció, nombrándole jugador non grato cuando fue cambiado.

Dos intervenciones seguidas de un inadvertido Iraizoz fueron el preludio del segundo gol del portugués, que ahí sí, sentenció el choque. Bielsa, que se desgañitó desde la banda, justo iba a dar entrada a Iraola y Toquero para inclinar el partido a por el empate, cuando el mazazo dio al traste con la intentona.

Los leones fueron desapareciendo uno a uno, quizá con la salvedad de Muniain y la generosidad transpiradora de Iturraspe. Herrera se fue apagando, Ibai, Llorente -«bota de oro», terminó cantándole el fondo norte- apenas se dejó ver... Y en esas, tocados, con Ronaldo echándose encima a la grada, llegó el tercero. Acabose.

El resto del encuentro sobró. Ni cosquillas le hizo el Athletic a la zaga merengue. No hubo historia; bueno sí, la había habido, la de casi siempre desde hace años. Al menos anoche se dio la cara. El Madrid se limitó a matar el choque y lo que fue una primera mitad ilusionante acabó en desilusión. Demasiado castigo. Borrón y cuenta nueva. El aliento en el cogote vuelve a sentirse. A Coruña será casi una final. O sin el casi. Pero con esta actitud se puede.

Marcelo Bielsa: «La derrota no es injusta»

Aunque el Athletic dejó algunas de las mejores sensaciones desde hacía bastante tiempo, su técnico, Marcelo Bielsa, no escondió que la derrota cosechada ante el Real Madrid «no es injusta». En este sentido, admitió que los suyos habían estado «al máximo de nuestras posibilidades», mientras que el rival «siempre dejó la sensación de que tenía resto por poner en juego». Eso sí, criticó que a sus pupilos les faltó «agresividad para terminar las llegadas».

La jugada del 0-1 se entendió como determinante, pues «remontar un gol fue para nosotros dificilísimo», un lance, el de no provocar faltas cercanas al área en el que los jugadores estaban mentalizados, pero «después esto es un juego y no siempre sucede lo que es conveniente».

Bielsa también fue interpelado por algunos casos particulares, como la presencia de Ramalho o de Fernando Llorente en el once. En el caso del primero, calificó de «positiva» su actuación y justificó su cambio por tratar de ganar profundidad en el lateral derecho con un Iraola «con aporte superior de medio campo hacia delante». En cuanto al segundo, negó que el ariete no se encuentre en un estado físico adecuado, aunque sí fuera de forma, «mermado porque no compite con la misma regularidad que en la parte más importante de su carrera».

Por su parte, Aitor Karanka, que compareció en sala de prensa en lugar de Jose Mourinho, centró su intervención en Cristiano Ronaldo, de quien dijo que «demostró el jugador que es, sobre todo en un ambiente adverso, el fútbol es para hombres».   GARA

Iraola iguala los 430 partidos de Julen Guerrero

Andoni Iraola jugó su partido número 430 y empató a Julen Guerrero entre los rojiblancos con más partidos. El portugalujo lo hizo en 14 temporadas, por 10 de las del de Usurbil. Por contra, Llorente no marcó y no pudo igualar a goles al propio Guerrero.

10.000 euros con el calendario benéfico

Representantes de la Federación Internacional de Peñas del Athletic Club hicieron ayer en Ibaigane entrega al Banco de Alimentos de un cheque por valor de 10.000 euros, obtenidos por la venta del calendario benéfico creado al efecto.

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