Anjel Ordóñez Periodista
Una letra para hacer justicia
Hemos tenido la suerte de que hayan sido dos grandes profesionales los que estaban al frente de este evento», decía en el Parlamento de Gasteiz Antonio Varela, entonces director de la Ertzaintza, en referencia a la actuación policial del 5 de abril del pasado año en torno al encuentro de fútbol entre el Athletic y el Schalke. Una brutal actuación que acabó con la vida del joven basauriarra Iñigo Cabacas Liceranzu, herido de muerte por un pelotazo disparado a corta distancia por un agente. Es ahora, un año después, cuando comienza a conocerse toda la verdad gracias a las informaciones publicadas por este diario. Y es ahora, doce meses más tarde, cuando las palabras de Antonio Varela cobran su verdadera y fatal dimensión.
¿Acaso fue una suerte que el superior de la comisaría de la Ertzaintza en Deustua hiciera caso omiso de las advertencias que le hacía el agente al mando en el terreno, que subrayaban que no existían incidentes y que la situación estaba controlada? ¿Una suerte que, a pesar de ello, ordenara entrar «con todo lo que tenemos, en la herriko», en cuyo exterior se encontraba Iñigo Cabacas inmerso en la celebración colectiva del triunfo del Athletic? ¿Una suerte que los disparos de los agentes -que nunca debieron llevarse a cabo- se realizaran a corta distancia, y a la altura de la cabeza, de la nuca? La suerte, según el señor Varela, quiso que uno de esos «dos grandes profesionales» insistiera de forma irresponsable en utilizar la violencia, sin que la situación lo requiriese. Que se valiera de su autoridad para ordenar una carga fundamentada en los prejuicios, sin sustento en la prudencia, sin respeto a la cautela y, por fin, haciendo oídos sordos a los avisos de los agentes que aconsejaban moderación ante la ausencia de riesgos relevantes para la seguridad.
Una suerte no, una muerte. Una letra, señor Varela, señor Ares. Sólo una letra. La que marca un antes y un después de la fatal pérdida de Iñigo Cabacas, y la misma que debe encabezar la orden que búsqueda y captura de su responsable, para que sea sometido a la acción de la justicia. Una letra, un primer paso para la imprescindible y definitiva adecuación de la Ertzaintza al nuevo tiempo político que afronta Euskal Herria.