Más dudas sobre el futuro del proceso independentista catalán. Aunque desde CiU aseguran que su compromiso con la consulta sigue vigente, las declaraciones de sus líderes siguen poniendo en tela de juicio el proceso iniciado tras el último 11 de setiembre. Al menos eso se desprende las declaraciones que en las últimas 48 horas han realizado líderes destacados de la coalición nacionalista. El domingo fue el president, Artur Mas, quien de manera tajante cerró la puerta a una declaración de independencia unilateral. Pese a recalcar que la independencia «únicamente depen- de de la voluntad de la ciudadanía», rechazó la declaración unilateral por «poco democrática».

Algo que contrasta con las declaraciones del líder de ERC, Oriol Junqueras, que también el domingo aseguró preferir la celebración de un referéndum, pero sin cerrar la puerta a la unilateralidad. Declaraciones en línea con lo dicho ayer por la Associació de Municipis per la Inedependència (AMI), que además realizó un llamamiento a que los Ayuntamientos paguen sus impuestos a la Hacienda catalana.

Ayer también fue el turno del segundo de a bordo de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, cuya oposición a la unilateralidad es de sobra conocida. Como novedad, aseguró que confía en que se pueda celebrar una consulta -se negó a desvelar cuál sería su voto- y en que su partido prevé que Catalunya sea independiente durante «un instante», tras el cual se confederaría con el Estado español.

A la cascada de declaraciones se sumó el conseller de Justicia y hombre de máxima confianza de Mas, Germà Gordó, que ayer señaló que «una consulta solo será posible si hay acuerdo con el Estado», contradiciendo el acuerdo alcanzado con ERC, que sí que contempla un escenario sin consulta autorizada. Gordó también recomendó relajar los ánimos y no estar «acelerados y nerviosos».

Reunión con Margallo

Las declaraciones de ayer coincidieron con la visita a Barcelona del ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, quien después de saludar a Mas, se reunió con el conseller de Presidencia y responsable de la diplomacia catalana, Francesc Homs, con quien intercambió opiniones acerca de la Ley de Acción Exterior que preparan, por su lado, ambas administraciones.

Más tarde, Margallo rechazó sin contemplaciones la posibilidad de que Catalunya pueda disfrutar en el futuro de un modelo de financiación fuera del marco común, algo deseado por la mayoría del empresariado catalán y con lo que confiaban en contrarrestar el envite independentista.