Gabirel Ezkurdia Arteaga Politólogo y analista internacional
Kosova
El pasado día 13-3-13 Asier Blas afirmaba contundente en un artículo sobre el quinto aniversario de la independencia de Kosova, tema que apenas trata por cierto, que GARA era parcial y tendencioso usando como referencia para tal afirmación una colaboración publicada sobre la minoría serbia de Kosova de Pablo González en la sección de internacional del 20-2-13. Perplejo, me sonó como un algo extemporáneo basado en un argumentario obsoleto, parcial y poco riguroso.
En 1999 Kosova protagonizó la actualidad internacional a la par del nacimiento de GARA. Entonces pocos politólogos se daban a explicar sin Google ni Wiki aquellos conflictos tan complejos como los balcánicos o los caucásicos. GARA afrontó la búsqueda de claves explicativas al margen de las agencias de prensa o los discursos políticamente correctos. Entonces como ahora el diario mantuvo una posición de coherente respeto a la pluralidad interpretativa desde la convicción de que la nación kosovar tenía y tiene derecho a decidir su futuro en libertad.
El crítico antes citado reivindica rudo «libros de estilo» y «tratamientos lingüísticos» correctos. Se duele porque se habla de -serbios «en» Kosovo- y no -«de» Kosovo- y afirma que esta apelación transmite la idea de que «los albaneses son autóctonos de Kosova» y por tanto la «manipulación y tendenciosidad» en el texto son inapelables.
Historicismo trasnochado. La «historia correcta de Kosovo» del autor no es la de Kosova. Recuerda a la historia de Navarra que según quién te la cuente, «nunca hubo invasión ni conquista hace 500 años». Y por eso mismo creo que sus fuentes son bastante arbitrarias porque, casualmente, maman del histórico negacionismo panserbio que niega la esencia albanesa en la historia kosovar.
Pero antes que nada hay que recordar que la argumentación historicista, pese a sesgada, nada vale respecto a lo sustancial: que los habitantes de Kosova decidieron ser independientes hace cinco años. Punto. Ese es el ítem de imposible debate. Hoy será desgraciadamente un burdel, un cartel otánico, una sucursal de la CIA o una mezquita bomba yihadista, pero es lo que democráticamente la mayoría ha decidido: un estado independiente, lejano ya del apartheid panserbio.
Los kosovares independentistas no son todos de origen albanés. Los kosovares de origen serbio que no aceptan Kosova independiente sin embargo sí son en gran parte los perdedores y pobres desgraciados que Milosevic echó a los caballos al firmar Dayton. Son los parias-refugiados, inicialmente henchidos de victoria étnica, expulsados en el años 1995 de las Krahinas croatas por los ustacha Tudjamanianos con bendición de la OTAN. Otro gran grupo son los irreductibles, aquellos que perdieron todo tras fracasar las operaciones de limpieza de los paramilitares que trataban de exterminar a la población de origen albanés en 1998 antes de que la OTAN, aprovechando la coyuntura, bombardeara de modo indecente y criminal (poca legitimidad tiene un genocida para castigar a otro genocida) Yugoslavia. Pero el autor habla de historia más que de política.
Sí, los albaneses son autóctonos. Los eslavos llegaron a los Balcanes en el siglo VII y los serbios a Kosova en el XII. Hasta entonces los ilirios -antecedentes de los albaneses- (baskones a navarros... «ah no, que no tienen nada que ver») habitaron esas tierras y fueron desplazados hacia la costa adriática.
El 28 de junio de 1389 para los serbios Kosovo-Metodiha adopta un peso específico mítico en el imaginario nacionalista tras la Batalla Kosovo Polje. El Zar Lazar reunió un gran ejercito cristiano (serbio dicen los serbios, depende quién cuente la Historia) en el que se agrupaban eslavos (serbios, croatas, bosnios, polacos...), magiares, albaneses... En fin, un poutpourri multinacional balcánico que trataba, bajo su mando, de detener el expansionismo otomano de Murat I. Perdieron la batalla y desde entonces aquella sangre «serbia» derramada es la esencia simbólica de la de Gran nación serbia... obviando, eso sí, su multinacionalidad.
Sí, porque los albaneses siempre han estado en Kosova pero nunca han escrito su Historia (otra vez como los vascos ¿o son navarros?). Un ejemplo entre otros: los documentos de la espléndida administración otomana demuestran que desde el siglo XV la mayoría de los censados eran de origen cultural y étnico albanés, lo que no significa que no hubiera eslavos, turcómanos, griegos e incluso italianos. Por no hablar de las gestas de Skanderbeg, etc.
Al igual que en Bosnia los eslavos o en la Península Ibérica siglos antes los mozárabes, los cristianos se islamizaron y así los albaneses cristianos adoptaron al islám por mero interés convivencial de siglos bajo cultura y bota otomana.
Durante la II Guerra Mundial lo cierto es que los serbios fueron perseguidos a muerte por los fascistas ustacha en Croacia y la costa Dálmata solo por ser ortodoxos; pero algunos serbios fueron perseguidos en Bosnia y en Kosova por la resistencia partisana, porque el general monárquico chetnick Mihailovic apoyo a los nazis, convirtiendo a chetnics nacionalistas serbios en lo mismo que fueron los ustacha y las SS. Al margen de los croatas, la colaboración en Bosnia o Kosova con el nazismo y el fascismo fue marginal, no así en Croacia y Herzegóvina. Las «divisiones» SS musulmanas bosnias Handjar, Kama y la albanesa Skanderbeg apenas combatieron y eran meros regimientos de asesinos -vulnetari en Kosova-. El autor obvia que casi 15.000 kosovares que formaron parte de los partisanos titistas fueron tras la guerra «depurados» por el general Rankovic, ya que exigían para Kosova el rango de república federal y no mera provincia de Serbia.
En el titismo, Kosova no logró ese rango porque Tito no quería provocar a la Liga comunista serbia. Comunista pero imbuida de ese rancio determinismo historicista panserbio. He ahí el quid de la cuestión: si Kosova hubiera sido republica federal desde el inicio...
La brutal represión de 1981 tras la muerte de Tito lleva a la derogación autonómica en el 89. Ahí comienza el apartheid serbio de los kosovares de origen albanés que acaba ghettizándolos en su propia casa. Se eliminan derechos civiles, políticos y culturales..., hasta 1996 cuando los kosovares de origen albanés ven que la resistencia armada ha sido clave para detener el panserbismo milosevista en el resto de los Balcanes y deciden romper la estrategia rugovista de resistencia civil. Resisten militarmente y tratan de lograr un hueco para ser lo que siempre quisieron: ¡una república! Ya fuera federal o independiente. Y entonces llega el genocidio tácito. Sí, órdenes expresas de repetir la experiencia de Srebrenica: limpieza étnica. Pero el debate no es histórico, es ideológico y táctico.
Para el nacionalismo panserbio las fronteras de la Gran Serbia terminan donde esté la tumba del último soldado serbio (es decir, algo más que toda la exyugoslavia titista). Es un concepto dinámico del sujeto territorial nacional, no lo define por convenciones estáticas o físicas sino por interpretación sociológico histórica; de ahí la reclamación de las Krahinas, Eslavonia o la misma Bosnia. «Llegamos hace 400 años, somos más y esta tierra es nuestra».
Pero en Kosova la doctrina panserbia no cuadra. Estático. Aunque el 90% kosovar es de origen albanés frente al 10% serbio, esta es una minoría con poder. Y así es el territorio, sus templos ortodoxos, la demarcación sagrada... lo que vale. Importa la tierra, no la demografía. Será Serbia lo quieran o no sus moradores. «Aquí se derramó la sangre y están por tanto los símbolos y origen de nuestra Iglesia autocéfala y nuestra Nación mártir».
Para los serbios Kosova es su tierra no así su gente, «los turcos». Por eso es lógico aunque lamentable que tras décadas de racismo eslavo los serbios paguen hoy en cierto modo la exclusión histórica a la que han sometido a los kosovares de origen albaneses, más aún cuando en bloque se niegan a aceptar la decisión mayoritaria y democrática del resto de los kosovares.
La minoría de origen serbio de Kosova sufre discriminación y sus derechos son vulnerados, en efecto, como lo son los derechos de la desconocida minoría albanesa de Presevo, Medveda y Bujanovac en Serbia. Nada lo justifica pero tiene un diagnóstico: se han quedado fuera de la Historia. Y no salen de ese bucle porque la diferencia es que los serbios en/de Kosova son la punta de lanza de una pataleta perdida por Belgrado. Al igual que en los 90 son la carne de cañón de la nostálgica batalla panserbia final. Quizá sea el sino de la Historia de los serbios de Kosova: la derrota de unas ideas fanáticas que pretenden apropiarse de una tierra que quizá nunca fue solo suya.