El mensaje clave del Gobierno de Urkullu y del PNV en estos momentos es que si no hay presupuestos no será porque ellos no lo hayan intentado hasta el final. Es un concepto que suena bien a los oídos de la ciudadanía. Pero si de verdad se quiere alcanzar un acuerdo, en lugar de buscarlo hasta el final, es mejor empezar a fraguarlo desde el principio. Y esto es algo que el Ejecutivo de Lakua no ha hecho. Es más, en términos reales, ni siquiera ha iniciado ninguna negociación.

El PNV decidió el 12 de noviembre de 2012 gobernar en solitario Para entonces ya tenía sobre su mesa los datos económicos principales para ir esbozando las cuentas. Sin embargo, pese a la anticipación con la que tenían los números, hasta el 27 de febrero no inició ningún contacto con ningún otro partido. Y cuando lo hubo, fue únicamente una breve exposición del consejero de Hacienda sobre lo mal que estaban las cosas y la enumeración de porcentajes de recorte por departamento. Con estos mimbres presentó Iñigo Urkullu el proyecto de presupuesto el 12 de marzo. Después, Lakua dejó pasar otro mes para hacer una nueva y protocolaria ronda con los partidos en la que cada contacto no llegó a la hora de duración.

Ahora se ha quemado el cartucho propagandístico de la entrada del lehendakari en escena. Pero, otra vez, sin arremangarse para negociar nada. Ni siquiera el documento de mínimos que, por ejemplo, a Patxi López no le fue entregado hasta el final del encuentro. Todo se ha dejado para el final y ahora parece ser ya muy tarde.