(...) El Sr. Maduro, miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela, un conductor de autobús y ex negociador sindical de a pie derrotó a su rival, Henrique Capriles, por un 50,66% a un 49,07% de los votos. (...) Ahora el Sr. Capriles denuncia irregularidades y se ha negado a conceder la victoria, exigiendo un recuento de votos. Antes de la contienda había rechazado firmar un documento del Consejo Nacional Electoral que le habría requerido aceptar el resultado, a pesar de que había firmado uno similar antes de enfrentarse a Chávez en octubre pasado; el Sr. Maduro, sin embargo, anunció que aceptaría el resultado.

Las apuestas son muy altas. Aunque el Sr. Maduro tiene fuertes convicciones, le falta el carisma de su predecesor, y realizó una campaña irregular en la que llegó a decir que el espíritu de Chávez lo visitó en forma de pájaro. El Sr. Capriles, por su parte, quiere finiquitar la legislación de Chávez, que ha transformado la vida de millones de pobres venezolanos; a la élite venezolana, donde predomina el color blanco y que a menudo se expresó con desprecio racista hacia Chávez, también le encantaría volver a los viejos tiempos. Pero se van a dar cuenta de que eso es muy difícil de lograr. Chávez nacionalizó la compañía petrolera, Petróleos de Venezuela, e hizo que las grandes transnacionales petroleras paguen al país el 16% de las regalías del petróleo, a diferencia de la anterior al 1%. El dinero se destina a la sanidad, la educación y la vivienda (...). La corrupción y el crimen violento, sin embargo, forman un continuo deterioro, y la inflación es de hasta el 22%. Sin embargo, fue un 27 por ciento en 2010, y en el lado del Sr. Maduro está el hecho de que los ingresos tributarios son casi iguales a los ingresos del petróleo; los aliados de Chávez también tienen 20 de las 23 provincias, y el apoyo público para el chavismo va mucho más allá de lo que estas elecciones reflejan. No será fácil detener la Revolución Bolivariana del Comandante.