Raimundo Fitero
Caza
Si se sigue con detenimiento las dosis de desinformación que se nos han ido aplicando, podremos comprobar como el guión era muy previsible, de esos que parecen de telefilme de domingo por la tarde. Un acontecimiento deportivo masivo, unas explosiones que causan terror, muertos y heridos, unas primeras declaraciones de aparente desconcierto, pero con toda la carga de la propaganda institucional aplicada de manera impecable, petición de colaboración ciudadana, revisión de cámaras de seguridad, de las miles grabaciones de los asistentes en sus teléfonos móviles o cámaras de vídeo, primeras noticias sobre mochilas y ollas a presión, las filtraciones interesadas y dirigidas de rigor, las fotos de los sospechosos en primera página de todos los medios e inmediatamente localización de los mismos, tiroteos, muerte de uno de ellos y búsqueda a lo salvaje del segundo que aparece, también por la supuesta colaboración ciudadana en un barco varado en el jardín trasero de un paisano.
Todo arreglado. Sale Obama, bendice la operación, sigue con su propaganda de consumo interno, felicita a todos y sube en popularidad. Ahora toca ver qué repercusiones tiene todo ello en el conjunto de las relaciones internacionales. Ni una duda. No existe la presunción de inocencia, la fusilaron hace tiempo. Ellos son. ¿Con qué pruebas? Son chechenos. No se necesita más. Uno se despierta con la noticia de última hora, pero ya tienen en todos los medios las historias pormenorizadas de los hermanos Tsarnaev. Un trabajo completo. Caso resuelto. No pregunten mucho. Acabó la caza. Por hoy.