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César Manzanos Bilbao Doctor en Sociología

El principal impedimento para la independencia

La independencia política de Euskal Herria solo vendrá de la mano de quien esté en disposición de anteponer los intereses del conjunto del pueblo vasco a los intereses crematísticos particulares y de la burguesía vasca

Decía Churchill a un joven brillante, formado en las mejores universidades británicas, que iba a estrenarse como miembro por el Partido Conservador en la Cámara de los Lores: «mira ahí enfrente, están...», y el joven, cortándole, le dijo: «sí, ya sé, ahí enfrente están... nuestros enemigos». Churchill, después de dejarle hablar, le respondió: «no, ahí enfrente están nuestros adversarios, nuestros enemigos están aquí detrás, entre los que erróneamente consideramos `los nuestros'».

Ahora que como nunca se visualiza que la independencia es un camino posible para afrontar la crisis española, ¿por qué la burguesía catalana y vasca que controla el PNV Y CIU no defienden abiertamente la independencia? La respuesta es evidente. No son, como los nacionalistas españoles, españoles hasta la médula. Habrían de recibir clases de nacionalismo de los españoles. «Nuestra» burguesía, para los asuntos sentimentales es profundamente vasca y catalana, pero para los negocios es española o china si hace falta. Su esquizofrenia les impide situarse en una única realidad. Han invertido sus capitales y nuestros ahorros en otros países y también ellos son responsables del desfalco financiero y productivo en Catalunya y Euskal Herria.

Por eso siempre marean la perdiz, se alían con quienes ellos mismos definen como enemigos y dan largas a los procesos políticos para que todo siga igual, es decir, bajo su control. Son el principal impedimento para construir desde la sociedad civil vasca la independencia. Amenazan con la boca pequeña para seguir tratando de justificar su espíritu vasquista ante quienes les votan, que en el fondo también demandan que así lo hagan para también ellos autojustificarse y seguir alimentando su miedo al cambio o a perder sus derechos o patrimonio adquirido.

Por ello, la independencia política de Euskal Herria solo vendrá de la mano de quien esté en disposición de anteponer los intereses del conjunto del pueblo vasco a los intereses crematísticos particulares y de la burguesía vasca que durante décadas ha expoliado y prostituido los deseos de la ciudadanía, tratando de engañarla con aspiraciones estatutarias que solo han llevado a la descentralización administrativa del Estado o del llamado autogobierno, sin aclarar si este concepto es un eufemismo de independencia o de autonomía dependiente.

Quien defienda la idea de un «nuevo tiempo», ha de ser consciente de que este nuevo tiempo tiene que pasar también por romper de una vez por todas el cordón umbilical con esa burguesía rancia e hipócrita. Desenmascararla, hacer visibles sus verdaderos intereses antipopulares, sobre todo cuando se decide participar en sus instituciones políticas de legitimación como los gobiernos autonómicos; tener claro que de nada sirve si no es para evidenciar su ineficacia y, sobre todo, si no viene acompañado del desarrollo de instituciones paralelas desde la base y de dinámicas de no colaboración y desobediencia civil que cuestionen la ineficacia y la instrumentalización de las instituciones que edificó y de las que se apropió «nuestra burguesía».

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