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EUSKAL HERRIA EN WIKILEAKS

Franco usó el contraterrorismo para presionar a París, según Washington

Los cables del Departamento de Estado de los EEUU publicados por Wikileaks hablan largo y tendido sobre las tensas relaciones entre Madrid y París durante los últimos años del franquismo. El conflicto vasco, la negativa francesa a extraditar a activistas vascos y el contraterrorismo alentado por Franco fueron los principales ingredientes de esta difícil relación.

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Beñat ZALDUA | BARCELONA

«El problema vasco es el factor que más seriamente irrita las relaciones franco-españolas», dice un cable del 17 de junio de 1975 de la embajada estadounidense en Madrid, dirigido al Departamento de Estado y a la embajada en París. «Estamos de acuerdo con el comentario de Madrid», contestan, tres días después, sus colegas parisinos.

Los «cables de Kissinguer», mensajes diplomáticos de EEUU entre 1973 y 1976 publicados recientemente por Wikileaks y que ha analizado GARA, ponen de manifiesto las tensas relaciones entre el régimen franquista y el Estado francés, sobre todo a cuenta del conflicto vasco y las actividades de los refugiados políticos en Iparralde. Son numerosos los cables que a lo largo de esos años salen de la embajada madrileña refiriéndose al malestar español por la poca colaboración francesa en la lucha contra ETA. Por contra, tampoco son pocos los mensajes desde el Estado francés que reflejan el enfado del Quai d'Orsay -sede del ministerio de Exteriores- por las actividades de grupos de ultraderecha españoles también en Iparralde.

Según se lee en las decenas de cables diplomáticos sobre el tema, la irritación española proviene sobre todo de la negativa francesa a extraditar a presuntos militantes de ETA -por ejemplo, acusados del atentado contra Carrero Blanco-. Ya en julio de 1973, un cable desde Madrid explicaba una conversación con el embajador francés en el Estado español sobre la extradición: «Para que los franceses consideren esta medida debería haber una evidencia de la culpabilidad de ese terrorista vasco acusado y hasta el momento no han habido casos en los que los españoles hayan sido capaces de mostrar ninguna evidencia. Además, incluso si las evidencias se presentasen, sería cuestionable si sería políticamente viable para el Gobierno francés devolver a los terroristas vascos a España, por el escándalo que supondría en Francia».

Las tensiones se disparan tras el atentado mortal contra Carrero Blanco, la huida a Ipar Euskal Herria de los responsables y la entrevista concedida por militantes de ETA días después a la prensa francesa. Así lo recoge la embajada en Madrid: «En lo que parece ser una campaña estimulada por el Gobierno, la prensa española ha aumentado una serie de críticas contra el Gobierno francés por su supuesta complacencia ante las actividades de terroristas de ETA instalados en el sur de Francia».

Ultras bajo patrocinio estatal

Esta no es la única referencia al uso, por parte del Gobierno español, de medios extraoficiales para presionar al Estado francés. Destaca el empleo de los medios de comunicación del régimen. Por ejemplo, a cuenta de la detención de un comando de los Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista (GARI) en el Estado francés, se lee: «El tratamiento simultaneo de las informaciones sobre ETA y GARI en los medios españoles está aparentemente diseñada para mostrar que, cuando es necesario, la Policía francesa puede actuar efectiva e inmediatamente contra los terroristas», se lee en un mensaje diplomático.

La ofensiva franquista contra París pasa también por la activación de grupos ultras aparentemente descontrolados pero que, como reflejan los cables, todos saben desde el primer momento que actúan en clara connivencia con las autoridades españolas. Así de claro se deja en el mensaje del 17 de junio de 1975: «El aumento de atentados y otras acciones violentas en el País Vasco francés deben ser vistos como un esfuerzo de los Guerrilleros de Cristo Rey y otros extremistas de derecha, con la connivencia e incluso el estímulo de las autoridades españolas, para llevar la campaña de terror contra ETA a sus seguros santuarios franceses». El 20 de junio, la embajada en París confirma este extremo: «La reacción aparente del Gobierno español (a la negativa a extraditar) consiste en un patrocinio extraoficial de la actividad terrorista contra vascos franceses o españoles en Francia. Algo absolutamente inaceptable».

Las tensiones llegaron a su punto culminante con la condena a muerte de Txiki, Otaegi y tres militantes del FRAP, cuando las protestas se extendieron por todo el Estado francés, superando el ámbito de la izquierda: «Un importante número de reconocidos gaullistas ha telegrafiado directamente a Franco para pedir la conmutación», se puede leer en un cable.

Posteriormente, el 14 de octubre de 1975, apenas un mes antes de la muerte del dictador, un cable de la embajada de Madrid advierte de que el objetivo del «terrorismo español» no se limita a castigar a militantes de ETA, sino que busca presionar a París: «La violencia, de forma poco sorprendente, se ha desbordado también en Francia. Un comando intentó asesinar a un militar español agregado en París. La derecha española, probablemente con el permiso tácito del Gobierno, ha realizado hasta la fecha modestas incursiones en el territorio vasco-francés, diseñadas para recordar a los franceses que el problema vasco es también de Francia. El contraterrorismo, probablemente, aumentará, al menos en España».

El tiempo, durante la transición y con el régimen parlamentario ya establecido, no tardaría en dar la razón a las observaciones del entonces embajador estadounidense en Madrid, Wells Stabler.

AUGURIO CUMPLIDO

En un cable de octubre de 1975, la embajada estadounidense en Madrid advertía de que «la violencia se ha desbordado también en Francia» y lo atribuía a una decisión de Franco «para recordar a los franceses que el problema vasco es también suyo». Preveía que este fenómeno iría creciendo.

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