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Final del Parejas

José Javier Zabaleta, voracidad serena

Con apenas un par de partidos de los que ha terminado satisfecho, el zaguero de Etxarren afronta su primera final en el año de su debut en el campeonato.

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Jon ORMAZABAL

Dicen que el lugar de nacimiento ejerce una gran influencia en la personalidad de una persona. El silencio y la tranquilidad que se respira en cuanto uno da dos pasos en Etxarren, además de sus preciosas vistas y sus elegantes construcciones, atrapan a cualquier visitante, más aún si la tarde acompaña tras este duro invierno. Algo similar podría decirse de José Javier Zabaleta. A pesar de ser la gran sensación de este Parejas, la sencillez y la serenidad que desprende emanan tranquilidad a pesar de que estemos hablando de un pelotari de apenas 22 años, con dos como profesional.

«Durante todo el campeonato he estado tranquilo y, de momento -la entrevista tuvo lugar la semana pasada- también lo estoy. Seguramente, según se vaya acercando la final, comenzarán los nervios pero trataré de aguantarlos», relata el zaguero. «No es algo que controlas, pero normalmente suelo estar tranquilo antes de los partidos y es una suerte», reconoce.

De hecho, uno de los peores momentos en este su debut en una competición de primer nivel no llegó en una cancha, sino cuando, a finales de diciembre, tuvo que acudir a Zarautz a un acto nuevo para él. «El día de la presentación sí que estuve algo nervioso, pero luego los días del partido y las previas lo suelo llevar bastante fácil».

Al margen de tener que lidiar con los medios, su respuesta en un campeonato tan largo y tan exigente era una incógnita incluso para él mismo. «Al comienzo, el día de la presentación estás nervioso porque no sabes cómo te a va a ir y hay dudas. Por suerte, desde el primer partido comenzamos muy bien y he estado tranquilo».

Aunque dar una vuelta en bicicleta por los preciosos alrededores de esta localidad cercana a Irurtzun -donde tiene a gran parte de la cuadrilla y en cuya escuela de pelota comenzó a los seis años a las órdenes de su hoy botillero Fermín Escudero- es otra de sus grandes pasiones, el frontón es el hábitat natural de José Javier Zabaleta.

Apenas 30 metros separan su domicilio del frontón Aranburu de Etxarren y esa cancha, junto al frontón de Goñi, localidad natal de su madre, fueron los orígenes de la carrera de un pelotari que parece llamado a marcar una época. Fue precisamente su madre la que, cansada de que peloteara dentro de casa, -durante toda la entrevista no dejó de dar vueltas a la goxua que había bajado para atender a los compañeros gráficos- ejerció de primera entrenadora. «Ella es bastante hábil jugando a pelota, jugaba a frontenis, y se las arregló para inculcarme la afición por este deporte».

Cuando su progenitora no podía ayudarle y no encontraba ningún otro chaval con el que pelotear, Zabaleta ideó la forma de saciar su hambre de pelota, montando sus propios partidos, en el que hacía que su mano izquierda se enfrentara a la derecha, una buena manera de desarrollar ambas herramientas. «Una mano solía ser Titín y la otra Elkoro», recuerda con una sonrisa.

Además del de Tricio -al que tuvo como padrino en su debut en el Astelena de Eibar el día de Reyes de 2011- y el de Elgeta, tres han sido sus pelotaris de referencia. «De los que siguen en activo Barriola, pero siempre me han gustado también mucho Beloki y Patxi Ruiz, cómo le pegaba Beloki» recuerda. Precisamente ese golpe, esa derecha que él también posee, ha hecho que muchos lo hayan comparado con el zaguero de Burlata y con el de Lizarra en sus mejores momentos, algo que considera «un honor y muy bonito».

Máxima exigencia

Sin embargo, así como la tranquila y apacible Etxarren tiene a su lado una bulliciosa y ajetreada autovía -una de las de mayor densidad de tráfico de Europa- el sereno José Javier Zabaleta también tiene otra cara que contrasta con su aparente tranquilidad, la de una autoexigencia máxima y la de la velocidad en conseguir sus retos.

Desde muy pequeño ha tenido que oir que tenía un golpe especial, muchos eran los que, desde hace años, le auguraban un futuro prometedor en esto de la pelota pero, posiblemente por toda esa sabiduría que le aportó Fermín Escudero desde una edad muy temprana, la complacencia no ha entrado dentro del modus vivendi del zaguero de Etxarren.

El mismo Aimar Olaizola se ha encargado, durante todo el campeonato, de nombrarle como el zaguero más destacado de este Parejas. Ha sido, sin duda, la revelación agradable del campeonato, pero a Zabaleta le cuesta elegir un partido, de los 17 disputados, de los que se haya sentido realmente satisfecho. «A decir verdad, son muy pocos los partidos en los que me quedo satisfecho, y eso es lo mejor para seguir mejorando. Ha podido haber alguno, creo que en el primer partido ante Pablo y Albisu los dos estuvimos muy bien y ganamos 22-10 y habrá alguno más. Espero que pueda decir eso de la final de Bilbo».

Encontrar uno que borraría le cuesta mucho menos. «El de Gasteiz con Julen. Él trató de ayudarme y no lo consiguió, pero yo también hice muchos fallos. Quizá le di bien en algunos tantos pero con muchos fallos y fue un partido malo». El último ante Berasaluze II-Albisu tampoco le dejó buen sabor de boca, especialmente porque entiende que se relajaron una vez conseguido el pase a la final y los rivales les pasaron por encima.

Quizá haya sido esa exigencia consigo mismo la que lo ha llevado a hacerse un hueco en la elite a semejante velocidad. Siguiendo la última tendencia de catar jóvenes talentos en edades adolescentes, Aspe le hizo su primer precontrato con apenas 16 años, cuando todavía estaba cursando sus estudios primarios. Durante esa primera época a las órdenes de, entre otros, Jokin Etxaniz, el pelotari de Etxarren hizo un curso de dos años de electricidad, pero enseguida vio que la pelota profesional era una oportunidad de labrarse el futuro, algo por lo que se siente «un privilegiado» en una zona tan golpeada por el desempleo como Sakana. «Solo cuando firmas el precontrato piensas realmente que puedes dedicarte a esto profesionalmente, enseguida se me acabó el precontrato y debuté con 20 años».

«Creo que me he hecho en profesionales, en aficionados apenas jugué dos años, y el oficio lo estoy aprendiendo a base de partidos. Los primeros siete los disputé contra Beroiz y no puede haber mejor profesor», rememora Zabaleta.

Aspe confió plenamente en él desde el primer día y, de momento, la apuesta le está resultando muy rentable, a pesar de que una rotura en el radio de su brazo derecho lo tuvo tres meses en el dique seco. «A decir verdad, desde el día que debuté, en Aspe siempre han intentado ponerme buenos partidos, en verano he jugado estelares y me han cuidado mucho, por lo que estoy muy agradecido».

Reconoce, eso sí, que no esperaba llegar tan lejos en el campeonato de su debut, pero «jugar con Irujo para mí sí que ha sido una lotería».

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