Irak se asoma a la guerra sectaria tras el asalto a una protesta suní
Era cuestión de tiempo. El Ejército asaltó ayer a sangre y fuego un campamento suní contra el Gobierno mayormente chií en represalia por la muerte de un soldado a manos de un grupo que relaciona con el Ejército de Saddam Hussein. Tras el asalto, que se saldó con decenas de muertos, grupos armados atacaron puestos militares en toda la provincia de Kirkuk.Dabid LAZKANOITURBURU
Irak se asoma otra vez al abismo de la guerra sectaria tras el asaltro militar ordenado por el Gobierno mayoritariamente chií de una protesta enmarcada en el contexto de la Primavera Suní en el norte del país.
Ejército y Policía disolvieron a sangre y fuego la concentración en la plaza central de la localidad de Huwiejah, en la provincia de Kirkuk, tras expirar un ultimátum a los manifestantes para que entregaran a los responsables de la muerte de un soldado la semana pasada.
El Ejército iraquí ofreció un balance de 25 manifestntes muertos y dos bajas mortales propias, además de 70 heridos. «No hemos abierto fuego hasta que algunos manifestantes nos han disparado», señaló un general amparado en el anonimato.
Por contra, un portavoz de los manifestantes, Abdel Malek al-Juburi, aseguró que los uniformados «abrieron fuego indiscriminadamente» contra los concentrados y denunció que «han incendiado las tiendas» en las que cientos de manifestantes llevaban acampados desde hacía semanas para reclamar la destitución del primer ministro (chií) Nuri al-Maliki, a quien acusan de acaparar el poder y discriminar a la minoría suní.
Bagdad insistió en que el objetivo del asalto era el Ejército de los Naqchbandis, un grupo islamista muy activo en la zona y que contaría en sus filas con antiguos oficiales del Ejército de Saddam Hussein y estaría ligado al número dos del depuesto régimen, Izzat al-Duri.
Los ministros iraquíes de Información, Mohamed Ali Tamim, y de Ciencia y Tecnología, Abdel Karim Samerrai, ambos suníes, dimitieron en protesta por la represión de la protesta.
Poco después, el Ejército iraquí anunció la muerte de 13 hombres que habrían atacado posiciones militares en la provincia. El portavoz de los manifestantes aseguró que «al oir la noticia del sanguinario asalto, las tribus de las aldeas de la región han atacado al Ejército».
Seis soldados murieron y un séptimo fue capturado en un ataque similar en Ramadi, capital de la provincia de Al-Anbar.
El jefe provincial de Kirkuk, Hassan Truhan, condenó el asalto y apeló a la ONU a intervenir para evitar un baño de sangre.
En este contexto, al menos siete fieles murieron y 25 resultaron heridos por la explosión de varias bombas cerca de dos mezquitas suníes al sur de Bagdad y en la provincia de Diyala.
El Gobierno anunció que las aplazadas elecciones en las provincias suníes de Nínive y al-Anbar tendrán lugar el 4 de julio próximo.