CRíTICA: «Nana»
El muy prometedor début de Valérie Massadian
Mikel INSAUSTI
No deja de sorprenderme la cantidad de debutantes que todavía tienen cosas nuevas que contar en el cine, inagotable en sí mismo. Valérie Massadian es una autora totalmente personal, que ganó de forma merecida el premio a la Mejor Ópera prima en el Festival de Locarno. Fotógrafa y compañera sentimental del productor Pedro Costa, posee un estilo intuitivo, único y excepcional.
«Nana» es un prodigio cinematográfica, una de esas magistrales miniaturas que quedan para la posteridad, como «Una historia inmortal» de Orson Welles, que apenas necesitaba una hora de duración para trascender. «Nana» es un festín visual para los amantes del cine contemplativo, que de paso destroza la anticuada y superada teoría de Hitchcock sobre la imposibilidad de dirigir a niños y animales. Aquí hay un cerdo y un conejo, que tienen un papel más bien pasivo y victimatorio, pero es una niña de cuatro años la que sostiene toda la película, ella solita.
No es nada habitual que el nombre de un actor o actriz infantiles se te quede grabado a la primera, por lo que el caso de Kelyna Lecomte lo considero muy, pero que muy especial. Es obvio que ella está jugando todo el rato, y que no necesita un guión previo para expresarse de modo espontáneo, con absoluta naturalidad frente a la cámara. Pero, no es al fin y al cabo, lo que persiguen todos los grandes intérpretes, que intentan desentrañar los secretos y la verdad oculta tras este juego de máscaras que es la representación. Kelyna demuestra que para lograr penetrar en la realidad no hay método que valga, más allá de ser una misma.
Kelyna personifica el mito del pequeño niño salvaje de Truffaut en tiempos de crisis, en tiempos de abandono y de supervivencia. La niña autosuficiente ha salido de la caverna, porque aprende a cazar, a hacer el fuego, a dibujar y a leer. Es, a la vez, la contadora y protagonista de los más atávicos relatos, que como ya es sabido hablan de muerte y vida, de sacrificio y salvación. A la madre muerta le sobrevive un proyecto de mujer más fuerte, más resistente y, esperemos, que duradero.