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Gestión de residuos y consulta popular: es la hora de Gipuzkoa y la del liderazgo

El debate sobre la gestión de residuos en Gipuzkoa lleva tiempo desarrollándose en términos más viscerales que racionales, sin que se perciba una solución a corto plazo que suscite comprensión y cooperación ciudadanas, atrapado en el juego partidista y utilizado como arma arrojadiza. Y presenta elementos preocupantes como son el enrarecimiento de la convivencia en ciertos pueblos y algunos comportamientos «guerracivilescos» que pueden dejar heridas difíciles de sanar.

Tiempo habrá para valorar el fondo y las formas de las decisiones que cada partido político ha tomado. Y, sin duda, los ciudadanos tendrán la oportunidad de castigar o de premiar sus comportamientos. Pero ha llegado el momento de deshacer el juego en el que se ha instalado esta cuestión, de proponer otros temas en esta conversación y, más allá de alabar o criticar las posturas propias o ajenas, de ofrecer soluciones y recetas creativas. En definitiva, es momento de demostrar liderazgo, que no es magia ni gracia sino acción ejemplar y empeño personal.

La consulta popular celebrada en Legazpi debe ser tenida muy en cuenta. Tanto por la participación y sus resultados como por sus deficiencias y su utilización como munición para una «rebelión cívica contra Bildu» que algunos impulsan con afán. Pero más allá de los peligros que pueda presentar, las oportunidades que abre son interesantes y útiles de cara a articular en Gipuzkoa un desafío popular inédito, en forma de ejercicio democrático para zanjar este debate de forma civilizada, que obligue a todo el mundo a desnudarse, a retratarse y a someterse al veredicto popular, aceptando con deportividad el resultado final sea cual fuere.

Es cierto que las consultas populares presentan entresijos y dificultades que no pueden obviarse. Que requieren franqueza, buena voluntad y una pregunta simple que permita una fácil gestión política del resultado. Cierto es también que se han hecho multitud de ellas, en temas variados, y que por regla general su mandato popular ha caído en saco roto. Pero, en contra de lo que opinan ciertos expertos y cierta teoría de los procesos participativos, la hipótesis de una consulta en toda Gipuzkoa no puede considerarse como un fracaso de la filosofía participativa, como muestra de una incapacidad comunitaria para construir un consenso social.

Las banderas -puerta a puerta versus incineradora- están en lo alto y son visibles. Corresponde a los gobernantes tomar la iniciativa y ofrecer los procedimientos y los medios que, promoviendo la cohesión social, fortalezcan el convencimiento de que Gipuzkoa será más próspera e inclusiva cuando los gobernados reconozcan el valor de lo que deciden.

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