El Bayern Münich aplastó y humilló al Barcelona con una goleada, a la que ni siquiera la controvertida actuación de Viktor Kassai -no vio dos manos dentro del área blaugrana ni pitó sendas faltas alemanas en el segundo y tercer gol- puede poner paños calientes. La escuadra bávara demostró a estas alturas de temporada tener mucha más hambre, intensidad y envergadura que los culés.

La escuadra dirigida por Tito Vilanova volvió a ser muy frágil a balón parado frente a un rival que en el juego aéreo se mostró aplastante. Sabedores de esta característica del adversario, el Barcelona concedió hasta ocho corners en la primera mitad que le trajeron por la calle de la amargura. Pero esos saques de esquina no llegaron fruto de la casualidad, sino del enorme trabajo y desgaste físico que desplegaron los de Heynckes.

Javi Martínez y Schweinsteiger estuvieron inconmensurables sosteniendo el medio campo, pero el esfuerzo se extendió a futbolistas más técnicos como Robben, Ribéry o Müller, que no solo se afanaron en buscar la portería de Valdés, sino que se sacrificaron hasta la extenuación en tareas defensivas y de presión.

Messi, desaparecido

En el lado contrario, Messi fue la viva imagen de la impotencia. El argentino estuvo prácticamente desaparecido, dejando claro que no está completamente recuperado de su lesión muscular. Esta vez al Barça no le sirvió poner en el campo a su tótem para meter miedo al contrario. El Bayern lo anuló en todo momento sin necesidad de utilizar una marca específica.

Ni siquiera la reacción catalana llegó desde el banquillo. Vilanova realizó su primer y único cambio a falta de siete minutos para la conclusión cuando el electrónico ya señalaba cuatro goles en su contra. Fue sintómatico de que este Barça ha llegado muy justo al momento crucial de la temporada y será un aspecto a analizar por sus responsables técnicos.

Por contra, el Bayern va lanzado como un cohete hacia la consecución de su quinto máximo trofeo continental, con un grupo sólido y, sobre todo, muy ambicioso y solidario.