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Dabid LAZKANOITURBURU Periodista

Berlusconi eterno, tanto como Roma

Dado por muerto políticamente tras el golpe de Estado blando de la UE que en noviembre de 2011 le destronó colocando en su lugar al tecnócrata Mario Monti, Silvio Berlusconi ha vuelto del más allá y se ha convertido en el primer beneficiario de la actual crisis política italiana.

Si ya en las elecciones de febrero su coalición logró un meritorio segundo puesto (y eso que sus socios de la Liga Norte se presentaron anegados por la corrupción), Il Cavaliere ha condicionado, y además por delegación, el rocambolesco y frustrado proceso de elección de presidente de Italia que ha acabado con el octogenario Giorgio Napolitano repitiendo.

Y digo por delegación porque ni siquiera le ha hecho falta hacerse notar. El trabajo se lo han hecho los dinosaurios del PD (extinto PCI), que insistieron en presentar candidatos «de consenso» con la derecha en lugar de optar por la candidatura de Stefano Rodotà, ilustre jurista que militó en sus propias filas y que tenía ahora el aval del Movimiento Cinco Estrellas.

En lugar de votar por un candidato respetado por la izquierda de su coalición y que hubiera posibilitado un Gobierno de cambio con el movimiento iconoclasta de Beppe Grillo, Pier Luigi Bersani, candidato electo a primer ministro, se enrocó presentando sin éxito las candidaturas «tradicionales» de Franco Marini y Romano Prodi. Desautorizado, Bersani es ya un cadáver político y Napolitano ha encargado la formación de Gobierno al democristiano Enrico Letta.

Berlusconi baila sobre la tumba de Bersani, víctima de la indefinición ideológica de un PD en el que lo que priman son los viejos intereses de sus altos cargos. Y es con enemigos así, Berlusconi es eterno. Como la propia Roma.

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