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Los Verdes buscan su norte entre la CDU y el SPD

Durante este fin de semana el partido ecologista Alianza 90/Los Verdes se reúne en Berlín para decidir sobre su programa electoral. En los comicios generales del 22-S sus votos podrían ser decisivos para la creación del futuro gobierno. Ante la debilidad de su socio favorito, el SPD, han surgido voces que piden mantenerse abiertos a una coalición con la CDU de la canciller Angela Merkel.

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Ingo NIEBEL | COLONIA

Faltan algo menos de cinco meses hasta que los alemanes decidan quién gobernará Alemania durante cuatro años. Por eso unos 820 delegados deciden este fin de semana el programa electoral del partido verde, es decir, la formación que oficialmente se llama Alianza 90/Los Verdes celebra su congreso electoral aunque -he aquí la diferencia con los demás partidos alemanes- en su jerga se llama «Conferencia federal de delegados». La aparatosa denominación data de hace tres décadas cuando los Verdes entraron por primera en el Bundestag.

En plena Guerra Fría representaban políticamente a los movimientos pacifista y ecologista, es decir antinuclear. En su seno hubo también una corriente izquierdista que se situaba fuera de la estructura del Partido Comunista Alemán. Todo ello es historia, una historia que se expone en el Museo de la Historia Alemana en Bonn.

De lo que hoy en día se llamaría «partido de protesta» ha quedado poco, como mucho quizás el recuerdo, aunque la mayoría de sus integrantes y votantes se consideran ser de «izquierda». Cabría preguntarse cómo definirán este ser izquierdista. Tal vez es sólo sinónimo para expresar en un sola palabra que uno u una es diferente que la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel o del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), de Sigmar Gabriel.

Entre estos dos polos se hallan actualmente los Verdes. Mirando hacia atrás, a la década de los años 80 y 90, una constante en la vida de este partido era la pugna entre los «fundamentalistas», los «fundis», y los «realistas», los «realos».

Los primeros estimaban los principios fundamentales de los Verdes más que formar gobierno con el SPD mientras que los segundos querían justamente eso. Los «realos» ganaron a los «fundis» tras duras pugnas y purgas. En 1998 formaron el primer gobierno «rojiverde» a nivel nacional, con el SPD, y ni un año más tarde ya llevaron a Alemania a la guerra, la de Yugoslavia, la primera desde 1939. En 2001 siguió la segunda contra Afganistán y entonces quedó patente que los Verdes son un partido más que no cuestiona el actual sistema político.

Izquierda o derecha

Hoy en día la discrepancia que hay entre su «izquierda» y «derecha» es la de que si el partido debe atarse al SPD en esta campaña electoral, para lograr una reedición del bipartito de 1998-2005, o si es preferible mantenerse todas las opciones abiertas, incluso la de formar el insólito ejecutivo con la CDU. Hace dos semanas la copresidenta de los Verdes, Claudia Roth, dio un discurso en el congreso electoral del SPD. Ayer acudió el líder socialdemócrata Gabriel -visita socialdemócrata inédita en la historia de los Verdes -para dirigir su mensaje a los delegados.

Jürgen Trittin, el candidato verde a canciller, representa esta relación con la socialdemocracia. Con su pasado de «izquierdista» de índole maoísta del siglo pasado aboga por subir los impuestos a los ingresos altos y a los patrimonios.

Las primeras intervenciones del congreso, reclamando justicia social, reflejaron ayer un giro a la izquierda para reeditar la coalición con los socialdemócratas.

«Alemania necesita una distribución justa de su riqueza para frenar el rumbo alocado» de una potencia economía en la que «la prosperidad se concentra cada vez en menos manos», afirmó Roth en su discurso, en el que también pidió subidas de impuestos.

Su compañero en el liderato y copresidente, Cem Özcdemir, abogó por el regreso a la coalición roji-verde para derribar al gobierno de Merkel. «Queremos enviar a casa por fin a la coalición» de Merkel, sentenció Roth, que pidió al SPD que movilice todo su potencial para formar esa coalición, dadas las dudas sobre sus resultados electorales.

Pero a su derecha se coloca la también candidata a canciller Katrin Göring-Eckardt, quien dio la contraseña cara a la campaña electoral: «Queremos el centro burgués». Cuenta con el apoyo del único ministro-presidente verde de un estado federal, Winfried Kretschmar, quien en vísperas del congreso se ha manifestado en contra de una subida fiscal sobre los ingresos altos.

Esta oposición se explica porque los votantes de los Verdes suelen tener unos ingresos netos que se sitúan por encima de la media alemana. Su mayor número de los electores, el 18 %, son funcionarios públicos, seguido por el grupo de las profesiones autónomos, el 14 %. A lo largo de la última década los Verdes han convertido las grandes ciudades en su feudo, ganando terreno a la CDU y al SPD. De ahí se explica por qué en Berlín, Munich o Colonia se sitúa por encima de su media nacional, que actualmente es el 14 %. Al mismo tiempo han cedido votos al partido Die Linke y a la abstención.

Aliados pero no hermanos

Con todo Göring Eckadt coincidió con Trittin en rechazar la posibilidad de una coalición con «el partido de los amigos», en referencia a la CSU, partido hermano de la CDU y sacudido por escándalo de corrupción y amiguismo. «No somos el partido hermano del SPD» dice el sector crítico porque teme que los socialdemócratas los puedan arrastrar hacia abajo con su desafortunado candidato Peer Steinbrück. El SPD se ubica en 23 puntos, la CDU en 39 puntos.

De la misma manera, Gabriel, pese a que fue muy aplaudido y prometió «una nueva política para Alemania y Europa», reconoció ayer que «no somos partidos hermanos, cada uno tiene sus raíces y sus propias convicciones».

Para Merkel todo depende de si su socio liberal, el FDP, superará el límite del 5 % o no. En el caso negativo, la canciller tendría la elección de formar ejecutivo con el SPD o con los Verdes.

Esta segunda opción parece poco probable por una simple razón: en la segunda cámara del Parlamento alemán no hay ni un solo gobierno CDU-Verdes que podría apoyar a la mayoría de Merkel en la cámara baja.

Por lo tanto el lema del congreso verde «Alemania es renovable» tiende en todo caso hacia una ligera reforma, nada más. El «cambio verde», anunciado por la secretaria federal, Steffi Lemke, apunta «a una repartición más justa del bienestar, a la modernización de la sociedad y a la reforma ecológica». Lo interesante será si la dirección del partido conseguirá unir las posiciones opuestas o no.

 
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