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Raimundo Fitero

Los Iris

 

Se repite. Me repito. Nos repetimos. Ahora los llaman premios Iris, son los que se otorgan entre sí los miembros de la Academia de la Televisión y en esta su décima quinta edición han vuelto a demostrar que son muy malos organizando galas de entrega de premios, que no saben utilizar los recursos técnicos, ni espaciales, ni de guionistas y que, programados en La 2, se pasaron una hora sobre el tiempo previsto, comenzaron con un fallo técnico de esos que no se comprenden a estas alturas de las ciencias aplicadas a la televisión y que después fue de un nivel bochornoso.

Porque lo que hacen es preocuparse por ir bien vestidos y vestidas, por tener a mano cuatro tópicos, porque no son unos premios que ayuden en la vida profesional, ni suban el cachet ni proporcionen mayor audiencia. Porque hay algunos de los rubros que se sabe que se repartirán entre dos o tres presentadores y presentadoras de informativos, porque el de documentales son siempre para los mismos, porque en el entretenimiento, la pelea es muy limitada y porque esta gala parece que nadie la quiere ya que tiene unas audiencias pésimas. Y no es de extrañar, ya que son galas para los miembros de la Academia, de consumo interno, que no proporcionan a las posibles audiencias ningún aliciente de ningún tipo.

No tiene tampoco sentido decir que ganó TVE, porque acostumbra a ser la cadena que la emite, la mejor parada, ni que La Sexta plantó cara, ya que es la propia audiencia la que está otorgando a varios programas un respaldo que solamente es refrendado por sus colegas de profesión. Se mira el cuadro de premios y uno se queda tan tranquilo. No aporta nada. Es un acto retórico, inútil, que ocupan dos o tres horas de pantalla de un canal, a su pesar, porque nunca logra interesar al personal. Una lástima. Una constatación del desinterés profesional, de la poca participación, de la ausencia de estamentos gremiales que tengan capacidad de incidir. Se imitan a lucir vestidos, a darse besos, a decir que se quieren mucho, pero la realidad, la televisiva, en lo profesional, laboral y de contenidos, va por otro lado. Los premiados lucen su Iris durante un rato, como el canal 24 horas y hoy ya nadie se acuerda de ellos.