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La historia no se repite, pero rima

La amenaza de Obama al gobierno sirio sobre el empleo de armas químicas recuerda peligrosamente a las inexistentes armas de destrucción masiva que sirvieron de justificación para la guerra de Irak. El presidente de EEUU, aunque menos mesiánico y fundamentalista que su antecesor Bush, hizo de esta cuestión una «línea roja» y, ahora, las denuncias de Gran Bretaña, Israel y el Estado francés sobre la utilización de gas sarín por parte de Bashar al-Assad han puesto la carga de la prueba sobre sus espaldas. Su secretario de Defensa, Chuck Hagel, se ha apresurado a decir que una cosa son las sospechas y otra muy diferente la evidencia, pero los halcones de guerra, quienes apuestan por las aventuras imperiales, por redibujar y dominar un nuevo Oriente Medio y una Asia Central a imagen y semejanza de sus intereses, hablan ya de una intervención directa. Poco parece importarles el hecho de que las guerras de Irak, Afganistán y Libia, la primera lanzada en base a inteligencia inventada y todas ellas un fracaso sin resultados claros, hayan generado una renuencia general muy comprensible a intervenir militarmente en Siria, que probablemente significaría hacerlo también en Líbano, Irak y, a otro nivel, en Irán.

La posibilidad del empleo de armas químicas nunca puede ser excluida, como lo demuestran la guerra de Irak contra Irán, el metro de Tokio o el bombardeo con gases contra los kurdos de Halabja. Su uso, además de una violación de las leyes de guerra, supone un crimen contra la humanidad que realmente cambia el juego sobre el terreno e internacionalmente. Ahora bien, la existencia probada de pretéritos falsos positivos, los videos que circulan en internet -tan fácilmente falseables- presentados como «evidencia» y el hecho de que el gas, por regla general, no es un arma utilizada discretamente sino enfáticamente, obligan a no precipitarse a la hora de hacer un juicio definitivo, a mostrar públicamente las pruebas y a esperar a las conclusiones de una investigación internacional que no esté al servicio de parte.

Los burdos y demostrados engaños ya han causado en el pasado demasiada destrucción y tragedia. Y aunque la historia nunca se repite, en el caso de Siria, sí rima.

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