La reunión que mantuvieron ayer UPN y PSN quedó en una escenificación «correcta», «educada» e incluso «cordial», pero inútil. Presentada como ejercicio de responsabilidad ante la grave situación económica del herrialde, en realidad fue la enésima muestra de la extrema debilidad del Ejecutivo navarro. Pero también fue muestra de la deriva del PSN, cuyo secretario general, Roberto Jiménez, tras la reunión aseguraba que el tiempo de la bilateralidad y el acuerdo está agotado y reiteraba la necesidad de que Yolanda Barcina dimita, pero continuaba sin mostrar intención alguna de actuar ante una situación tan insostenible como la que vive ese herrialde. ¿Cree Jiménez que es suficiente repetir su discurso mañana y tarde para cambiar esa situación en la dirección demandada por la ciudadanía navarra? Por la ciudadanía y, no hay que olvidarlo, la mayoría del Parlamento, si bien ese cambio no ha podido materializarse precisamente por la actitud del PSN al impedir que progresase la moción de censura contra Barcina, por decisión del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien impartió directrices a sus subordinados navarros en presencia de la propia Barcina.

Lamentable e irresponsable actitud la de esos dos partidos que ayer se reunieron, en consonancia con la lamentable situación económica, social, política e institucional de Nafarroa.