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RUGIDOS ROJIBLANCOS

Situar la brújula en el camino para volver a ser campeón

 

Beñat ZARRABEITIA Periodista y socio del Athletic

El Athletic celebra estos días el aniversario del título conquistado en Las Palmas -hoy hace 30 años- y el doblete de 1984. Hazañas grabadas a oro en la memoria colectiva de los aficionados. Debido a la dificultad de las mismas en un contexto social y político sumamente complicado y por ser los últimos títulos.

Fueron días de vino y rosas, un equipo formado íntegramente en Lezama se imponía a los gigantes para deleite de una hinchada que desbordó todas las previsiones con La Gabarra. Sin embargo, lo intenso suele durar menos y el club procedió a su primer proceso serio de autodestrucción. La fractura entre Clemente y Sarabia -la magnitud de la disputa sería inimaginable con los medios actuales- y una pésima gestión de la crisis por parte de la junta hicieron el resto. El cisma vino acompañado de decisiones que lastraron el futuro del club. La venta y salida del portero y delantero centro que debían ser la referencia del Athletic durante 10 años más, terminó por deshacer el equipo. A diferencia de lo que pensó la junta, por estar hecho en Lezama, no todo el monte es orégano y aquel equipo no fue reproducible. Ni en mimbres ni en liderazgo. Quedan pocas semanas también para que se cumpla el primer aniversario de las finales de Bucarest y el Calderón. Sendos jarros de agua fría para un equipo que volvió a ilusionar a una sociedad que paga cada vez más los azotes de la crisis y ansía movimientos en positivo en lo que a la resolución del conflicto se refiere. El Athletic jugó como nadie, pero fue preso de la ansiedad colectiva en Rumanía. Los jugadores fueron los primeros en notarlo. Desde entonces, el club trata de no escribir con letra torcida, pero un equipo con madera para volver a ser campeón se acabó autodestruyendo.

La marcha de tres futbolistas titulares, que definitivamente se consumará en junio, y los sobresaltos del presente curso, deben servir como lección para el futuro. Hay que pensar en reconstruir un equipo competitivo, siendo lo primero recuperar la confianza en los jugadores que seguirán, la inmensa mayoría muy válidos, y definir al líder necesario del proyecto. Bielsa sigue cumpliendo con todos los requisitos para ello y debería disponer de una nueva oportunidad para colocar al Athletic en la pomada. Se necesita tranquilidad, descanso, oxigenar el vestuario, apostar por Lezama e invertir en futbolistas que doten al club de talento en el verde y personalidad en la caseta.

En estas tres décadas, el Athletic ha sufrido varias graves convulsiones. La de esta temporada ha sido una de las más fuertes, pero el aprendizaje servirá para una evidente mejora en las próximas. Y es que tal y como dice Andoni Zubizarreta, integrante del último equipo campeón, «el Athletic tiene una serie de elementos competitivos diferentes y que si nosotros hacemos hincapié en ellos y los recordamos todos los días, creo que son suficientes como para tener opciones de estar arriba». Y lo volverá a estar, si en los últimos años se ha tirado cuatro veces al palo, cuando menos lo esperemos, llegará el gol. Se trata de situar ese punto de referencia en ese camino y gastar todas las energías en esa dirección.

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