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La planta de ciclo combinado prevista en Lantarón desaparece gracias a la crisis económica

Hace más de seis años los vecinos de Lantarón comenzaron a luchar contra la implantación de una central de ciclo combinado en el municipio alavés. Hoy respiran aliviados tras saber que Gas Natural-Fenosa ha decidido dar carpetazo al proyecto energético.

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La crisis financiera y la caída de la demanda energética han disipado las dudas existentes sobre la planta de ciclo combinado prevista por Gas Natural-Fenosa en Lantarón. Una central que, tal como anunció la empresa el pasado 11 de abril, «no se llevará a término». Según explicó, «el actual entorno energético y económico hacen inviable continuar» con el desarrollo de este polémico proyecto, que había suscitado el rechazo de los vecinos del municipio alavés.

En un escueto comunicado, la sociedad mercantil matizó que la central, cuya construcción comenzó a fraguarse en el año 2005 a través de Lantarón Energía SL, filial del gigante catalán, «era un excelente proyecto que buscaba garantizar y dar seguridad al sistema eléctrico en un momento de creciente demanda de energía. Una coyuntura muy diferente a la actual, caracterizada por la caída de la demanda, el incremento de precios y la complejidad e incertidumbre del entorno energético». A este respecto, se reconoce que «hoy la capacidad del sistema supera la demanda, por lo que no resulta rentable ampliar el parque de generación», y se asume que «no pueden justificarse nuevas inversiones en ciclos combinados en España a corto y medio plazo».

Ana Martínez de Zabarte, integrante de la plataforma Térmicas No, celebra la noticia, y señala que la decisión de Gas Natural-Fenosa ha quitado «un gran riesgo de encima» a los residentes en la zona sur del herrialde. «Aunque sabíamos que el proyecto estaba aparcado por la coyuntura económica, al no haberse retirado de manera definitiva existía el riesgo de que más adelante se relanzara la planta», resume. Después relata los pormenores de una contienda que comenzó en 2006, cuando los medios de difusión anunciaron las construcción de una planta de ciclo combinado en un terreno situado entre los polígonos de Lantarón y Zubillaga.

Tras estudiar esta información, los vecinos de Lantarón se unieron con los residentes en Miranda de Ebro, donde Iberdrola pretendía edificar una instalación similar, para detener las construcción de dos plantas «nocivas, molestas, insalubres y peligrosas». En este sentido, Martínez de Zabarte destaca que durante los primeros años la plataforma «se movió muchísimo», y recuerda que, además de reunirse con el Ararteko, Iñigo Lamarca, y con el Defensor del Pueblo, Enrique Múgica Herzog, se redactaron alegaciones, se recogieron firmas, se convocaron manifestaciones y se realizaron dos consultas ciudadanas en Araba y en Burgos.

Trabas y zancadillas

A su parecer, estas acciones, entre las que sobresale la presentación de 3.000 alegaciones ante el Ministerio de Medio Ambiente y la celebración de una marcha multitudinaria en Miranda de Ebro, han contribuido a detener la construcción de las dos centrales. «Si no hubiéramos puesto tantas trabas y zancadillas al proyecto, la empresa hubiera empezado a trabajar en enero de 2009. Y se hubiera edificado dentro de plazo y estaría funcionando», asevera.

En el caso de Lantarón, las citadas trabas y la demora de Medio Ambiente en la emisión de un informe definitivo, del que no se tiene constancia, retrasaron la construcción de la central, que en 2011 entró en un período de suspensión. Martínez de Zabarte, que critica la actitud del anterior alcalde, Jesús Barredo (PNV), al que acusa de actuar en favor de la empresa energética, sostiene que dicho paro temporal estuvo provocado por la falta de liquidez derivada de la oferta pública de adquisición de acciones (OPA) presentada por Gas Natural para hacerse con el control de Unión Fenosa, así como por la crisis económica, la caída de la demanda de electricidad y el peso de las alegaciones.

Unas objeciones a la construcción de la planta de ciclo combinado que, como ella misma explica, hacen hincapié en la orografía del terreno, en el riesgo sísmico y la incidencia de cáncer que se registra en la zona de Miranda de Ebro. Al fin y al cabo, los vecinos de la muga entre Burgos y Araba conviven con una decena de sociedades en las que se tratan materiales nocivos. «Tenemos un montón de empresas químicas y una central nuclear. Y no queremos más», sentencia Ana Martínez de Zabarte.

Ion SALGADO

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