Txisko Fernández Periodista
¡Vamos a pasarlo muy bien!
Como sigan lanzándonos tantos mensajes en positivo sobre la salida de la crisis, no nos va a quedar más remedio que salir todos los días de casa con una sonrisa y gritando: «¡Hoy me lo voy a pasar bien!». Y, si me encuentro con alguien en la escalera o al entrar en el ascensor, añadiré: «¡Y tú también!». Y cuando llegué al lugar de trabajo, gritaré: «¡Eh! ¡Hoy nos lo vamos a pasar todos muy bien!».
Claro que si me cruzo con la vecina del cuarto, lo tengo un poco más jodido. No es que ella no quiera pasárselo bien, pero es que lo de llegar canturreando alegremente al lugar de trabajo lo tiene difícil desde que hace un par de años la dejaron sin empleo. Y no veo yo el encanto mañanero a lo de ponerte en la cola del paro con el estribillo que no me resisto a repetir: «¡Hoy nos lo vamos a pasar bien, muy bien, requetebién!».
Y no crean que ya he vuelto a caer en el fácil recurso del cinismo. No. Yo también estoy convencido de que para pasarlo bien no hace falta levantarse cada mañana para ir a trabajar al menos cinco días por semana; ni aunque fueran cuatro. Pero, a cambio, me reconocerán que tampoco es muy divertido levantarse sin tener muy claro a qué vas a dedicar la jornada si tienes que hacer frente a las facturas habituales con la misma nada que tenías cuando te acostaste la noche anterior.
Pero, bueno, demos otra oportunidad a la crisis, porque de la crisis saldremos todos juntos; porque crisis significa cambio, y el cambio puede ser a mejor; porque el yin sin el yang es como el yang sin el yin, es decir, un sinsentido; porque en Twiter la crisis no se nota... o puede que sí; porque criticar viene de crisis y eso nos gusta a todos más que chupar un helado; porque ya está bien de tanta crisis y lo que queremos es otra cosa... ¿Y qué es lo que queremos? Pues al principio estaba muy claro: «¡Queremos pasarlo bien!».
Ahora bien, lo de los eslóganes machacones déjenlo para las marcas comerciales, que no está la cosa como para ir haciendo rimas graciosas con tonadillas pegadizas. Y en lugar de tanta esperanza cargada de vacuas sonrisas, vamos a compartir soluciones, vamos a exponer ideas que se puedan poner en práctica ya mismo, vamos a repartir el esfuerzo y -¿por qué no?- vamos a levantarnos exclamando: «¡Qué bien nos lo vamos a pasar hoy!».