Pero ¿qué nos ha pasado a los vascos y vascas, Dios mío, para que en el último barómetro autonómico publicado por el CIS vascongados y navarros copemos los primeros puestos en el ranking de incredulidad y ateísmo de todo el Estado español?

Una Euskal Herria recorrida de norte a sur y de este a oeste por advocaciones marianas, donde la madre de Jesús se apareció en más de cuarenta lugares. Desde Ainhoa hasta el Yugo de Arguedas, desde Begoña a Orreaga. El esfuerzo mariano de ser más de cuarenta vírgenes diferentes siendo una sola, y solo en Euskal Herria, ha resultado baladí.

¿Para qué perdió, pues, literalmente, la cabecica Balendin Berriotxoa a manos de un prematuro Vietcong?

¿Qué sentido tiene que a Martín de la Ascensión Loinaz y Amunabarro, después de cortarle la nariz y la oreja izquierda, lo crucificaran mientras lo pinchaban con lanzas unos japoneses sin ideas buenas?

La Compañía de Jesús se está quedando sin nuevos reclutas y experimenta más deserciones que las tropas italianas en Abisinia.

Y el bueno de Sabino (Arana, no Cuadra) toda la vida follando con la luz apagada pensando en Jaungoikoa durante el coito y ahora buena parte de sus compatriotas han despeñado al Señor de las alturas y amenazan con hacer lo mismo con la de Begoña. Junto con la fe perdieron el miedo a las alturas.

Precisamente ahora, cuando en el orden natural de las cosas vienen tan mal dadas, la religión es rechazada como bálsamo. Un opio demasiado cortado y adulterado por quienes trafican con él, que cada vez engancha menos. Una vez abandonado, el periodo de abstinencia y desintoxicación resulta casi imperceptible.

Por eso a algunos, como ya vaticinara Nietzsche, el miedo por la muerte de Dios los arroja a la desesperación. Amantes de leyes viejas quieren pactar con los defensores de viejas leyes. Cómodos en el fuero otorgado, la independencia les causa tanto espanto como la orfandad de sus almas. El «proyecto de País» de Urkullu no puede ser más que un pacto de estado; sus socios, el PSOE o el PP. Así lo dicta su conciencia y, sobre todo, su bolsillo.

-Pues yo creo que vuestra pérdida de fe está causada por una mezcla de ecologismo y una conferencia episcopal desastre en marketing -tercia mi amigo Luis, de Zaragoza-. La última campaña de los obispos contra el derecho a la libre interrupción del embarazo...

-¿Pero qué dices?

-Sí hombre, sí. ¿No te acuerdas del cachorro de lince? Que si se protegía más al cachorro de lince que al feto humano, que no había derecho. Acuérdate de las enormes vallas publicitarias con la foto de un cachorro de lince al lado de un bebé humano.

-Sí, ¿y qué?

-¿Que qué? Pues que la primera vez que vi el cartel iba con Imanol, el de Usurbil. Ya sabes, el anti-TAV, que ahora te abrasa con lo del puerta a puerta. Lo primero que dijo: ¿No quieren la protección? Estos cabrones también se quieren zumbar a los cachorros de lince.

-Hostia, Luis, cómo te pasas.