Osasuna es el equipo que menos puntos ha sumado en los dos últimos meses junto con el Zaragoza, cinco, y los maños juegan hoy. Osasuna se ha metido de lleno en un lío a falta de cuatro jornadas y aunque los puestos de descenso le siguen siendo esquivos, nada puede esconder que estamos, con 33 puntos, ante el peor Osasuna en la jornada 34 de Liga desde hace casi veinte años, en concreto, desde la temporada 1993-94. Ayer, en Mestalla, la plaza le vino muy grande. «No estamos como para jugar bien y perder», dijo Mendilibar en la previa. Pero es que cuando juegas mal, casi siempre pierdes. Porque el Osasuna que se vio apenas sí se asomó más allá de la zona de sombra del estadio ché, en esa banda izquierda por la que en la primera media hora los rojillos volcaron todos sus intentos de hacer daño en la zaga levantina. Primera media hora en la que los navarros se sintieron cómodos en defensa, percutiendo por ese carril de la mano de De las Cuevas y las caídas de Kike Sola. Pero todo se desvaneció a partir del gol de quién si no, Soldado, otro de esos que la tiene tomada con sus exequipos.

Ahí se acabó Osasuna, que encajó el segundo apenas cinco minutos después tras quedar noqueado, y que luego, en la segunda mitad, ni siquiera tuvo arrestos para vender cara su piel. Dos expulsiones y dos goles más, el último ya de regalo en el minuto 93 y de penalti, sentenciaron a un equipo cuya línea no termina de ser ascendente y saca el pescuezo más por demérito de quienes vienen por abajo que por él mismo. Mal pintan las cosas, sobre todo porque ayer los navarros ni siquiera mostraron los arrestos que se le presuponen a quien se juega el descenso.

Quién sabe si las cosas hubieran tenido una deriva diferente si en ese balón de Sola, al minuto 3, Mathieu lo hubiera desviado al fondo de la red de Guaita y no lamiendo el poste por fuera. Pero al final fue lo más peligroso que generó Osasuna en todo el encuentro. Se encontraron los de Mendilibar con un once ché bastante alejado de lo que debiera ser un equipo que aspira a entrar en Champions, por juego y por intensidad. Excepto Banega, ni los pivotes Tino Costa ni Parejo aparecían, y menos aun Canales en banda. Con Andrés de espectador y la defensa rojilla superando a Soldado y Jonas, no era de extrañar que al minuto 20 la posesión del balón fuera de 54-46%, sin ocasiones claras y un ritmo a la par que la soleada tarde valenciana.

El primer fogonazo lo firmó Jonas, en un balón de cabeza prolongado que sirvió para que Andrés se luciera con un paradón. Una jugada aislada, sin incidencia en el devenir del choque, todo lo contrario de la que se iba a fraguar a falta de siete minutos para el descanso. Guardado salva la presión en la medular, deja la pelota a Jonas, la zaga rojilla da un paso atrás dentro del área, el disparo del carioca no lo ataja Andrés y el más listo del área cazaba su gol número 19 en esta Liga, Soldado.

Osasuna entró en una especie de shock, de desconcierto, que lo supo aprovechar el Valencia para matar el partido al filo del descanso. De Costa a Costa, de Tino a Ricardo, saque de falta lateral y el central, que gana el duelo individual a Oier, remacha inapelable a la red.

Sin reacción tras el 2-0

Un Valencia al tran-tran, que lo fiaba todo a sus dos hombres de vanguardia y a la manija nada desdeñable del díscolo Banega, superaba en dos remates a un Osasuna que se contentaba con el empate mientras este le duró. Y por lo visto, tampoco parecía que los navarros tuvieran ni mimbres ni arrestos para voltear el marcador. Por si acaso, Valverde apuntaló el lateral izquierdo con el francés Cissokho, aunque por esa banda Cejudo ni había dado señales de vida.

Volvieron los rojillos del vestuario con una lógica y obligada ambición, más decididos, incluso al poco darían entrada a Masoud. Pero de donde no hay, no se puede sacar. Y si encima te quedas con diez al minuto 57, por expulsión de Arribas al derribar a Soldado cuando encaraba a gol, menos aun. Si además, se te cumple la ley de que cuando algo va mal puede empeorar, qué más decir. La falta dentro de la media luna la ejecuta con elegancia Banega y el molde de Andrés solo puede seguir la trayectoria de la pelota, al larguero y adentro. ¿Todo dicho? Que va.

Lolo, que había entrado por Arribas en la defensa se lesionaba apenas cinco minutos después. Timor, que regresaba a su Valencia natal, veía la segunda amarilla en cosa de diez minutos y se iba a la calle sin que ni un jugador rojillo hiciera el mínimo ademán de protestar esa cartulina por un juego peligroso que no fue a mayores. Valverde observaba el juego repostado en su banquillo, Mendilibar daba órdenes, al partido le sobraban minutos, pero no tantos como para que en el descuento, mano de Nano en el área y pena máxima que transforma Jonas. 4-0. Castigo. Ni siquiera excesivo.

Definitivamente, como dijo `Mendi' en la previa, «vamos a dejar de sumar los puntos de los demás y vamos a intentar sumar los nuestros». De momento, solo cinco en los últimos dos meses. Ante el `Geta' una final. Como ante el Granada el día 18, que ayer le pasó por la derecha tras ganar al Málaga por 1-0.