Crónica | Festival de cine fantástico de Bilbo, Fant 19
Alfred Hitchcock continúa ganando batallas después de muerto
Cuando aún restan dos jornadas para echar la persiana, repasamos esta 19 edición de Fant, edición caracterizada por la buena respuesta del público, los estrenos y la muy alargada sombra de don Alfred Hitchcock. El nivel de las películas proyectadas, empero, ha sido poco más que discreto.
Alvaro HILARIO
Cerca de setenta periodistas de medios generalistas y especializados (nueva marca para Fant) han poblado las ruedas de prensa por las que han desfilado directores, actrices y guionistas para presentar cortos, secciones y, en especial, las ocho películas a concurso dentro de la Sección Oficial y aquellas en las que ha recaído la responsabilidad de inaugurar y clausurar el certamen de este año.
Entre estos diez filmes hemos tenido varios estrenos a nivel europeo o estatal: «Stoker», de Park Chan-Wook; «Home sweet home», de David Morley; «Otro verano», de Jorge Arenillas; «Maniac» de Frank Khalfoun; y, «In the house of flies», de Gabriel Carrer. Las restantes han sido proyectadas en festivales, pero no en salas comerciales.
Esto, como señala Justo Ezenarro, director de Fant, no es una casualidad: «Nuestra intención es traer -dentro de lo que hay en el género- películas de ficción, de animación y, también, aquellas que son estrenos a nivel europeo o del Estado español, películas que difícilmente podremos ver, salvo excepciones, en las salas comerciales». La asistencia de cinco directores (donde ha destacado la presencia del coreano Park Chan-Wook), la buena respuesta del público y la presencia en los medios parecen refrendar el trabajo del equipo que dirige Ezenarro.
Poca fantasía
Aunque el festival se titula de «cine fantástico», bien podría haber sido, en esta ocasión, denominado «festival del thriller sicológico» o «festival en homenaje a don Alfred Hitchcock». Serían tres los factores que han llevado al género (al menos, a lo visto en Bilbo) a este punto: la crisis económica, la falta de imaginación y la hegemonía estadounidense en el sector de la industria del ocio. «Hablar de Hitchcock es hablar del thriller; si continúo trabajando este género, no podré alejarme de su sombra», dijo Park Chan-Wook, a la vez que recordaba que su guionista, Wentworth Miller, está muy influenciado por el mismo. No es de extrañar, por lo tanto, que su discreta película, «Stoker», recuerde mucho a «La sombra de una duda», rodada por Hitchcock en 1943.
Algo parecido sucede con la más que floja cinta presentada por el español Jorge Arenillas, “Otro verano”, a la que “Vértigo” le sale por los poros. Aunque Arenillas –que en el coloquio con el público se desdijo en parte– aseguró ante la prensa que no había visto el clásico de Hitchcock. Como otros directores que han pasado por Bilbo esta semana, Jorge Arenillas y el francés David Morley también calificaron a su filme de «thriller sicológico».
Esta falta de imaginación –que el director achacó a que «poco se puede innovar en 2013»– puede tener también origen en la crisis económica que ha arrinconado los efectos especiales y otros costosos elementos cinematográficos. Así, al hilo de este argumento, hay que reseñar que bastantes de estas películas se apoyan en el trabajo de dos o tres actores y están rodadas en una única localización, bien sea una casa de campo o un sótano.
Como señaló Aura Garrido (ganadora del premio Fantrobia de este año) en relación al estado de la cinematografía española, reflejado en el último festival de Málaga, en la gestación de lo allá visto hay «poco dinero, poco tiempo, mucho esfuerzo y muchas formas diferentes de financiación». Al respecto, también añadió que «aún no hemos encontrado la alternativa de futuro que pueda sustituir a la tradicional y, más allá de sacar adelante proyectos personales, también tenemos que comer».
Hegemonía yankee
Amén de poco originales, muchas de las películas a concurso han sido más que planas: han sido simples. Algunas, como «Home sweet home» y «Stoker» son filmes de encargo pensados para el público de EEUU. En este sentido, a la simpleza argumental hay que unir detalles, cuestiones relevantes únicamente para la clase media yankee o la Asociación Nacional de Amigos del Rifle (NFR), ya que parecen diseñadas para justificar la indiscriminada pertenencia de armas. No olvidemos que, según datos proporcionados por el instituto Gallup, un 69% de la población de EEUU reconoce haber disparado un arma y un 49% dice tener un arma al menos en su hogar.
En estos días que se habla de cómo EEUU consiguió convertir a Nueva York en capital cultural del mundo en un contexto de utilizar la cultura como un arma de dominación más, recordemos que Gramsci decía que en Occidente la burguesía había conseguido la «hegemonía ideológica» al controlar las instituciones culturales de la sociedad: centros de estudio, medios de comunicación de masas o núcleos de producción artística. Una mirada a lo qué podemos ver en el cine o en televisión es suficiente muestra de lo dicho.