Fede de los Ríos
De nutritivos cefalópodos y estériles acéfalos
Ee aborto «tiene algo que ver» con ETA, «pero no demasiado», afirmaba de manera críptica el ministro de Interior español. A los periodistas que escucharon las palabras de Jorge Fernández Díaz les ocurrió lo que acostumbraba a suceder a los discípulos de un tal Jesús cuando escuchaban alguna de sus parábolas, quedaban largo tiempo rumiando lo oído, escudriñando minuciosamente lo dicho y tratando de descubrir un oculto y enigmático significado. Un esfuerzo inútil e improductivo. Jorge es un neoconverso que encontró a Dios en Las Vegas. Lo que no consiguió el Dr. Grissom del C.S.I con su equipo, lo hizo el de Valladolid. Su adiós a Las Vegas (Leaving Las Vegas), ciudad de vicio y desenfreno, significó un hola Señor hazme tuyo y «Él salió manifiestamente a mi encuentro» declara al semanario Alba.
Seducido por «la espiritualidad del Opus Dei» es hombre de «misa y rezo del rosario diarios, rato de oración y posterior lectura espiritual». Una vida marcada por la alegría de la fe santificadora del trabajo cotidiano de un cargo tan espiritual y cristiano como el de ministro de Interior. La porra de Dios. Si su admirado San Agustín, otro converso, adjuró de su vida licenciosa transformando la pluma de llamativo reclamo para el vicio del ser en instrumento de escritura al ser-vicio del Todopoderoso; el hijo de un militar al servicio de Franco, otro servidor de Dios, desechó la pluma y escogió la espada. Los de espíritu castrense desafortunadamente no acostumbran a dominar el arte de la oratoria. La dialéctica no es precisamente uno de sus puntos fuertes más allá de palo y tentetieso, así pues, mucho me temo que nos pasará como a los discípulos cuando el hijo de María y del putativo José les dijo: «hoy me veis, mañana no me veréis, pero me volveréis a ver», callando a continuación. A lo que Pedro le respondió al Maestro: «coño, Txus, cada día te quiero más por lo bien que te explicas». Nos quedaremos con las ganas de conocer la relación entre una organización armada y un embrión humano.
Si las declaraciones del beato ministro causaron estupor, las realizadas por su devota compañera en el Congreso español, Beatriz Escudero, se asemejan a un triple salto mortal con doble tirabuzón de un aquejado de miopía en piscina vacía. Si los purpurados amigos del citado ministro, Rouco Varela and company, hacían referencia a la protección del lince ibérico para denunciar la práctica de abortos, Bea, tras afirmar que abortan por incultas y asalariadas, apela a los «embriones de cefalópodos y mamíferos que las leyes protegen». Yo, que todos los domingos del año, solo o en compañía, acostumbro a dar cuenta de una ración de cefalópodos del orden de los teútidos con forma de anillos rebozados; ya no sé qué pensar. Lo mismo, cada vez que mastico rabas, el niño Jesús llora y es más ético y mejor comerse un carpaccio de nalga de obispo cuartelero, unos chinchulines de diputada oligofrénica o los higadillos encebollados de un ministro malfollao.
No molesten con su delirante neurosis religiosa.