CRíTICA | Teatro
Mujer soldado
Esta obra escrita en 1986 empieza justamente en el momento de zarpar camino de su último viaje, y nos cuenta su vida a través de un manuscrito de la propia protagonista que nos lee, Echazarreta, por lo tanto es una obra narrada, un cuento que se entretiene en algunos pasajes de su vida. Y lo cierto es que su vida es tan singular que provoca una distancia racional, ¿todo lo que nos cuenta es posible que le haya pasado a una mujer disfrazada de hombre en aquellos tiempos?
En la propuesta escénica, se opta por hacer del personaje central una composición coral, es decir los ocho actores y actrices hacen de Catalina o de Alonso Díaz uno de sus nombres, lo que ayuda al juego escénico, pero también a la confusión. Y, sobre todo, a crear una oscura ambigüedad de género, de carácter, de evolución del personaje. El retrato que nos deje es la de una mujer guerrera, tenaz, capaz de sobreponerse a cualquier circunstancia.
Sucede que el juego escénico no se realiza con una unidad interpretativa, ni la escenografía ayudaba a una contextualización artística que superase un texto dicho de manera muy desigual. Nos quedamos con Ramón Barea, el narrador, con una dicción clara y marcando un ritmo que se rompe desde las respuestas espectaculares de la dirección.
Obra: «La monja Alférez». Autor: Domingo Miras. Int: Manu Bañez, Ramón Barea, Carmen Conesa...
D.: Juan Carlos Rubio. P.: Centro Dramático Nacional. Lugar y fecha: Teatro María Guerrero - Madrid. 08-05-2013.