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I�aki Zabaleta y Nicol�s Xamardo Profesores de la UPV/EHU

Pensar la identidad

Debemos estar sin descanso ni tregua trabajando en crear lo propio e ir incorporando aquellos referentes universales a nuestra propia identidad

La profunda crisis econ�mica, que dura ya m�s de cinco a�os, la crisis de algunas de nuestras instituciones y la corrupci�n, todas juntas, est�n haciendo que muchos espa�oles caigan en el pesimismo, en el des�nimo o en la depresi�n paralizante�. Escribe Esperanza Aguirre (�El orgullo de ser espa�oles�, �ABC�, 18/02/013). Y a�adir�amos, la crisis del modelo de Estado, as� como el avance y el fortalecimiento de los movimientos independentistas en Catalunya, Galiza y Euskal Herria est�n forzando a recomponer la identidad espa�ola.

Ya no les es suficiente reivindicar el DNI (�Lo que nos une�), como hace alg�n tiempo proclamaba la inefable Rosa D�ez. Bien sabemos que el Estado es una f�brica de figuras identitarias. Pero no es menos cierto que, atrapado en la crisis, el Estado espa�ol sigue preso del imaginario fabricado expresamente para homologarse con los de los pa�ses de la CEOE (sintetizado en la Marca Espa�a). Sin embargo, est�n apareciendo una serie de personajes (Esperanza Aguirre, Savater, P�rez Reverte, etc.) e instituciones (Fundaci�n FAES) que consideran que tal imaginario no es v�lido para hacer frente a la crisis paralizante en que se encuentra Espa�a y deben construir uno en el pasado, donde, eliminadas las diferencias que dividen a la sociedad espa�ola actual, sea posible un consenso imaginario en un pret�rito libre de contradicciones. Similar operaci�n, la del Tea Party Movement en USA. Debemos tener presente que en momentos de crisis los elementos identitarios act�an como gu�as eficaces, por su aparente simplicidad, para aglutinar/separar las distintas subjetividades con vistas a la confrontaci�n.

�Y c�mo se elabora tal imaginario, tal identidad? Pues a partir de los acontecimientos, lo real, en t�rminos lacanianos (esos momentos decisivos que que marcan un antes y un despu�s) que tienen lugar en la esfera de la pol�tica, el arte, la ciencia y el amor. Y tambi�n de los seudoacontecimientos (religi�n, mitos, leyendas, etc.). Es con ese fondo con el que construye Esperanza Aguirre la identidad espa�ola de choque (Don Pelayo, El Cid, Hern�n Cort�s, Agustina de Arag�n, Santa Teresa, San Ignacio de Loyola, Cervantes, Ram�n y Cajal...), as� como Savater mediante la figura de Blas de Lezo, entre otros, para aportar un toque vasquista a tal operaci�n. Y no faltan quienes, para aparentar pluralismo (reforzar la maltrecha identidad espa�ola), tratan de incorporar a ese imaginario a espa�oles del bando republicano marginados hasta ahora del mismo.

En este sentido, podemos definir este tipo de identidades como conservadoras, purificadoras o est�ticas. Es cierto que, para comprender la identidad en toda su dimensi�n, tenemos que hablar de una dial�ctica entre identidad est�tica e identidad din�mica. De ah� que podamos afirmar que la conservadora Esperanza Aguirre lo es porque, para preservar la identidad espa�ola, trata de separarla de cualquier posible innovaci�n.

�Y c�mo se renueva la identidad? Cuando, en una identidad, irrumpe un acontecimiento y aporta una propuesta universal. Y, en la medida que se dirige a todos, es capaz de hacer que el elemento innovador predomine sobre el conservador. Solo as� se explica, por ejemplo, que la identidad espa�ola tenga en Euskal Herria tan poco arraigo. Y es que las propuestas gen�ricas, universales, realizadas por los movimientos populares surgidos del acontecimiento fundacional (MLNV) han ido creando una identidad nueva (lo que llamamos gen�ricamente �lo propio�) en todos los �mbitos en los que se manifiesta: pol�tica (MLNV, PTV, Herri Batasuna, Amaiur, Bildu), ecolog�a (Lemoiz, Lurraldea, antiTAV), educaci�n (Ikastolas), euskara (Korrika, AEK, Bertsolariak), insumisi�n (al servicio militar), movimientos populares (Gestoras, Askatasuna, Herrira, okupas, feminismo, homo y transexuales), arte (Oteiza, Ez dok amairu, Sarrionandia), ciencia (J.R. Etxebarria), historia (Nabarralde), etc. Y, a diferencia de las propuestas conservadoras, se dirigen a todos y todas sin restricci�n. Es as� como se entiende la extensi�n creciente del movimiento a favor del derecho de autodeterminaci�n e independencia en EH. �Y es que (se�ala F. Aoiz en un libro referencial: `M�s All� de 1512, Memorial Pol�tica y Hegemon�a', Txalaparta, Tafalla, 2012, p.113), disputar el relato hist�rico e identitario al poder hegem�nico es una manera de disputarle la hegemon�a�. Tampoco podemos olvidar que este nuevo acontecimiento se ancla en acontecimientos pret�ritos (El Reino de Nafarroa, Orreaga, Amaiur, Zumalakarregi, ETA, Sabino Arana, Santimami�e, Lascaux, Etxepare, Francisco de Xabier, A. Xaho...), que lo marcan, pero no lo determinan: �Un pueblo no se va pareciendo a lo que recuerda, sino a lo que va haciendo�, que formula J. Sarrionandia.

Bien es cierto que, si no seguimos persistiendo en romper el consenso conservador en que se sustenta la identidad purificadora, pensando y orientando las ense�anzas a extraer del acontecimiento mediante la organiza- ci�n y el avance de nuevas propuestas, sabemos por la historia que siempre es posible asimilar el acontecimiento, materializar un nuevo consenso reaccionario y rehacer una nueva identidad conservadora. Por eso, debemos estar sin descanso ni tregua trabajando en crear lo propio e ir incorporando aquellos referentes universales a nuestra propia identidad. De lo contrario, caeremos, de nuevo, bajo el influjo del imaginario espa�ol. Es as� como se entiende la prisa que siempre acucia a los creadores tal y como, una y otra vez, repite Oteiza cuando tiene que interrumpir su tarea urgente de trabajar en pro de una nueva identidad para Euskal Herria. Es el �te has puesto a la tarea demasiado tarde� lacaniano, inevitable siempre.

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