Jesús Valencia | Educador social
Los halcones sionistas sobrevuelan el mundo
Otro rasgo del sionismo es su guerra declarada contra los líderes populares y los movimientos transformadores que representan
El internacionalismo vasco ha reafirmado su solidaridad con Palestina. Nueva constatación de que Euskal Herria no es indiferente ni a la tragedia ni a la dignidad de este martirizado pueblo. Solidarizarse con él implica, necesariamente, repudiar al causante de tanto sufrimiento injusto: el sionismo.
Esta ideología discriminatoria y racista nació en la cuna del colonialismo, cuando Europa interpretó que el ancho mundo estaba a disposición de quien consiguiera apropiárselo. Las grandes potencias se adueñaron de grandes extensiones y permitieron al sionismo otro tanto en la pequeña Palestina. Desde su nacimiento, sionismo y capitalismo han hecho muy buenas migas; el primero engordó como mastín que protegía los intereses del segundo. El cáncer del belicismo sionista pronto desbordó las fronteras palestinas y se expandió por todo el planeta. Donde quiera que hubiese un tirano, allá estaban los agentes israelíes para defenderlo. Hassan II de Marruecos les encargó organizar la guardia pretoriana que le debía proteger; la contrainsurgencia israelí estuvo al lado de Somoza hasta que el Frente Sandinista ahuyentó a ambos. A Uribe, expresidente colombiano conocido por beligerante y narco, el ministro de exteriores israelí lo elogió como «gran amigo».
Otro rasgo del sionismo es su guerra declarada contra los líderes populares y los movimientos transformadores que representan. Cuando Hassan II quiso eliminar a quien fuera líder del independentismo marroquí, supo a quién recurrir; los agentes israelíes convencieron a Ben Barka para que acudiera a una cita de la que nunca regresó. Cuando Turquía intentaba detener a Ocalan contó con la inestimable ayuda del Mossad israelí; este se adentró en el corazón del África y no cejó hasta apresar al líder kurdo y entregarlo al Gobierno de Ankara. El Gobierno de Colombia recurrió a Israel cuando no conseguía eliminar al dirigente de las FARC Raúl Reyes. La contrainsurgencia sionista planificó el asalto nocturno, asesinó a casi todos los integrantes del campamento fronterizo y se apropió del ordenador de Reyes; oportunamente manipulado, dicho artilugio ha ido aportando toda la información que le resultara de utilidad al Gobierno colombiano.
En la actualidad, el sionismo ha montado un macromercado de armas y asesoramiento a cualquiera que intente ahogar los movimientos populares. Wendi Avila era una estudiante hondureña que denunciaba el golpe de estado contra Manuel Zelaya; murió asfixiada por los gases tóxicos que Israel facilitó a los golpistas. Los mapuches contarán a partir de ahora con un enemigo añadido: los pequeños aviones teledirigidos que Israel ha suministrado al Gobierno chileno. Como con Drácula, el monstruo desborda a sus artífices; la intervención israelí en Siria rebasa la línea roja marcada por la OTAN. Hasta que el sionismo no sea derrotado, Palestina no conocerá la paz. Y el mundo, tampoco. El boicot a Israel es una terapia democratizadora que incluso sectores judíos e israelíes reclaman.