Un postrero gol de Llorente da la salvación
Adiós al sufrimiento... con sufrimiento
Otro partido «made in Athletic», dominador, blando en defensa, inoperante en ataque, al que le dieron el triunfo dos postreros goles. Salvación matemática y adiós al sufrimiento. Ahora, a despedir San Mamés
ZARAGOZA 1
ATHLETIC 2
Joseba VIVANCO
Surrealismo y gracias. Y para colmo, el vilipendiado, el abucheado y silbado, el `traidor', el que mordió la mano de quien le daba de comer, el que dirá adiós en algo más de un mes, le dio el golito de la salvación a un lastimero Athletic ayer, que luego Ibai Gómez rubricó con un golazo. Cómo sintetizar una temporada en la que tenga que ser Fernando Llorente el jugador que en los dos últimos partidos le da la tranquilidad al equipo y de paso acorte el tiempo de espera de la llamada, o no, del presidente Josu Urrutia a Marcelo Bielsa para ofrecer, o no, la renovación un año más.
Matemáticamente salvados. Fin al sufrimiento. Adiós a la pesadilla. A falta de apenas diez minutos para el pitido final, un equipo bilbaino que había ido de más a menos durante el devenir del encuentro, que es verdad que le habían anulado un gol válido pero también que apenas sí había chutado a puerta, ya barruntaba jugársela a una carta en la despedida de San Mamés ante el Levante. Y en ese momento, fue Llorente, el proscrito, el que acertó, con calidad todo hay que decirlo, en la meta contraria. Los diez minutos siguientes fueron un resumen agónico de lo vivido esta campaña, con el Athletic pidiendo la hora, incapaces no ya de aguantar el balón sino de alejarlo de su marco, y tuvo que ser una jugada individual del polivalente De Marcos la que hiciera que sus compañeros soltaran todo el lastre acumulado en un larguísimo año. Alivio.
Fue ayer el Athletic fiel reflejo de lo que ha sido esta campaña. Dueño de la pelota, acaparador de pases y más pases en zonas indolentes, inconsistente atrás, inoperante adelante. Imposible sacar un partido cuando ni siquiera pones a prueba al arquero rival, y eso ante un Zaragoza que, siendo realistas, parecía jugarse mucho menos de lo que se jugaba. Dejó espacios e iniciativa suficientes como para que los leones se hubieran plantado con mayor contundencia ante la portería maña, pero ni por esas. Y la mejor prueba de ello fue esa contra final, con el 1-2 ya en el marcador, con un cinco para dos, con Muniain con el balón, y malgastando la jugada provocando un fuera de juego.
Dominio de los rojiblancos
Arrancó el encuentro con un intercambio de pelotazos en largo por ambos bandos, pero de inmediato el Athletic, ante un asustadizo Zaragoza, se adueñó del balón como era previsible -38-62% de posesión final-, encontrando numerosos huecos y salvando con facilidad la adelantada defensa maña. Se tragó el línea y marcó fuera de juego una jugada válida en la que De Marcos se quedaba solo ante el portero. Ya se la jugó el trencilla de banda a los leones una semana antes con aquel gol anulado a Muniain; ayer, lo fue dos veces al de Guardia, esa citada y luego otra, con el 1-0, que la envió de cabeza a la red en situación legal al filo del descanso. Suerte que a la postre no hubo que lamentar esas erróneas decisiones.
El Athletic proponía, dominaba, aprovechaba espacios interiores, pero seguía sin ver no ya red sino siquiera portería. El Zaragoza, indeciso, sin dejarse ver, evidenció no obstante esa perpetua fragilidad defensiva bilbaina y quién sino, Helder Postiga, le iba a sacar los colores. Primero avisó en un cabezazo blandito y al minuto siguiente, de un testarazo, libre de marca, sin San José encimándole, y lejos de la manopla de un vendido Iraizoz. 1-0. Era el minuto 13.
Una película tan veces vista que ni irritaba. Perdieron los de Bielsa el sitio un momento, lo retomaron después, pero siguieron erre que erre con sus problemas de finalización, como la que tuvo De Marcos y la dio con la tonta y mal, fuera. Media hora de partido e Ibai y Llorente calentaban. No había bandas en el Athletic, Ander Herrera estaba anímicamente en Bilbo -Iturraspe dio tantos pases como él en los primeros 45 minutos y Muniain casi los mismos-, Aduriz ni se había bajado del autobús, Susaeta seguía dando muestras de que acaba la temporada en línea descendente... No daban miedo los leones porque para miedo los dos balones que rondaron a Iraizoz -uno se lo comió-, y se fue la primera mitad con ese gol legal anulado a De Marcos.
Y cuando Bielsa no está contento, manda a parar. Dejó en la caseta a Aurtenetxe y Aduriz -ocho balones perdió el delantero-, y puso en liza a Llorente e Ibai, recolocando a De Marcos al lateral zurdo y situando, en la decisión más acertada, a un motivado Muniain por dentro.
Muniain tomó la manija
Salió volcado el Athletic, pero fue Iraizoz quien se tuvo que esmerar a un disparo de Postiga con marchamo de gol. Con qué poco le siguen haciendo daño a este Athletic, que fue de más a menos, que trataba de irse arriba, pero dejando espacios atrás que los aragoneses intentaban aprovechar. Una falta lateral con malas intenciones que Iraizoz despejó hacia su propio larguero nos quebró la respiración. Hubiera sido el acabose.
El Zaragoza, descontando los minutos, reforzó su medular, pero no pudo impedir que Muniain se creciera, tocara y tocara, por dentro, en ausencia de un Herrera que hacía mucho se había ido del partido -da idea de ello que terminara siendo el tercer jugador que más pases sumó, por detrás de San José y Muniain-. Bielsa dio entrada a Castillo por un aprobado Ramalho en defensa pero romo en ataque, y el guipuzcoano, en su sexto partido, puso en veinte minutos más y mejores centros al área que sus compañeros en todo el curso. Más surrealismo.
Cobró vida el Athletic, con De Marcos ahora en la otra banda adelantando a Susaeta por la derecha, con Castillo llegando bien arriba, con Muniain tirando pases entre líneas, y así en el 79, falla primero Llorente ante Roberto, el rechace lo engatilla con fuerza De Marcos, vuelve al `9', y con pericia, la desvía, llorando, más allá de la línea de meta. El abucheado, que apenas había tenido incidencia en el juego en lo que llevaba sobre el verde, se convertía en protagonista.
Por delante, diez minutos más el descuento de agobio, de incertidumbre, de contener la respiración, con el Zaragoza colgando balones al área de una defensa temblorosa. Y en el 91, De Marcos se marcó una delicatesen por su banda, desde el córner salvó al defensor, siguió, centró e Ibai puso el tacón. 1-2. Salvación y a cinco puntos de, quizá, Europa. Surrelista. Ahora, La Catedral espera. Y Bielsa también.
Marcelo Bielsa matizó la satisfacción que sentía por la victoria que daba la salvación matemática, porque «es un logro de poca importancia en términos de lo que se esperaba de nosotros». Pero era algo que el equipo buscaba desde hacía partidos y al final se consiguió. El técnico argentino subrayó que no vio a los suyos «con la rigidez de ante el Mallorca», pero igualmente fue honesto al asumir que «el manejo de la pelota fue prolijo, tomando riesgos, pero la ventaja en el primer tiempo fue muy grande y no tuvimos llegada, en el primer tiempo y también en el segundo, en función de las posibilidades del partido». Bielsa aceptaba que el Athletic perfectamente podría haber tenido mucha más contundencia arriba dadas las facilidades que dio el Zaragoza. Y, sin embargo, tuvo que sufrir hasta el final. Victoria que a juicio del rosarino debería haber sido un empate, para ser justos. Poco más de sí dio el encuentro a ojos de su técnico, que sí quiso felicitar la aportación de Xabi Castillo, jugador que apenas ha dispuesto de minutos este curso, que saldrá en junio, pero que aportó tanto en veinte minutos que Bielsa se mostró especialmente satisfecho con él. «El ingreso de Castillo dio frescura y movilidad por banda, centros. Estoy muy contento con él porque no juega nunca y lo ha hecho con deseo y amor propio. Siempre tengo la posibilidad de equivocarme, es un riesgo de decidir el no contar con él, y si hubiera merecido más minutos es la decisión que tomé, que pudo ser errada».
También fue preguntado por el gris partido de Herrera. «Tuvo una actuación mediana, no destacó para bien ni para mal, ha tenido partidos mejores y peores, pero valoro la profesionalidad con la que jugó, no es situación fácil», le disculpó. J.V.