Juanjo Agirrezabala Miembro de la Ejecutiva de Eusko Alkartasuna
Volvemos a las andadas
La patrimonialización que los jeltzales hacen de las instituciones vascas es conocida, por lo que EITB no es el unico caso, pero sí uno de los más visibles dada su naturaleza comunicativaLa relación entre gobiernos de cualquier color y medios de comunicación públicos siempre es polémica. La práctica demuestra que es difícil que un Gobierno se sustraiga a la tentación de hacer llegar sus tentáculos, más o menos discretamente, hasta los organigramas de televisiones y radios públicas.
En Euskal Herria, con EITB, el PNV nunca ha intentado siquiera hacerlo de manera discreta. La vinculación de sus dirigentes, algunos de ellos muy destacados, con el ente público de radio y televisión es tan evidente que demasiado a menudo el ascenso en el partido parece ser el pago a los servicios prestados en ETB.
¿Qué barbaridades no se hubieran dicho si Alfredo Urdaci hubiera pasado a ostentar un cargo político de importancia en el PP? Pues Andoni Ortuzar, el actual presidente del PNV, pasó de ser el muy cuestionado director general de EITB a dirigir el todopoderoso BBB. Y es solo el caso más llamativo, en absoluto el único. Su sucesora en la dirección del PNV de Bizkaia también está estrechamente ligada a la televisión pública, y volviendo la vista más atrás vemos casos similares con Gorordo, Ortuondo y Zarraoa, no todos elegidos como mandan los estatutos del ente. El paso de trabajadores del ente a representantes políticos o institucionales del PNV ha sido y es una realidad cotidiana. Y lo preocupante es que quienes son elegidos para trabajar en la institución pública no siempre parecen serlo por su curriculum sino por lazos familiares o políticos.
La patrimonialización que los jeltzales hacen de las instituciones vascas -instituciones que ellos han «parido», explican siempre que pueden obviando que otros también estábamos allí- es conocida, por lo que EITB no es el único caso, pero sí uno de los más visibles dada su naturaleza comunicativa.
Y eso sin dudar de la capacidad de trabajo de periodistas y directivos pero unido al innegable sesgo político de los programas -sobre todo los informativos- es muy criticable. No disimulan, decía al principio. Cuando el PSE llegó al Gobierno vasco, el PNV construyó una radio privada unida a un grupo mediático cuyo primer eslogan fue «la realidad sin cambios», en un cómico intento de negar el giro institucional que se había producido. Sus locutores estrellas -provenientes de EITB, claro- explicaban sin cortarse que cambiaban de empresa para seguir haciendo lo que hacían anteriormente, sin al parecer sonrojarse ante la confesión de que aspiraban a hacer en una emisora privada unida a un partido político el mismo periodismo que en la radio pública.
La influencia del discurso del PNV en EITB vuelve a ser tan notoria que sonroja. La nueva directora general apenas se ha sentado en su despacho y los informa- tivos ya son un instrumento más en la estrategia de los jeltzales. Por ejemplo, en lo que a la unidad de fuerzas abertzales se refiere, EITB insiste en identificar EH Bildu con Sortu, sabedores de que las posibilidades de crecimiento de la coalición dependen, en gran medida, de la pluralidad.
En la anterior etapa del PNV al frente de la radio televisión vasca las críticas por el partidismo de la actuación de sus directivos fue proporcional a la indignación que mostraron los jeltzales cuando el PSE hizo los cambios que consideró oportunos en el organigrama de la casa. La indignación derivó en una agresiva campaña de boicot -seguramente más apasionada que razonada- que caló entre la ciudadanía y dio sus frutos.
Sin poner en duda que también el PSE actuó con partidismo en EITB, habría que reconocerle el mérito de, como mínimo, haber intentado tener más mano izquierda. De hecho, a Alberto Surio se le pueden hacer muchas críticas pero hay que reconocerle un curriculum y trayectoria periodística en la empresa privada de la que carecen por completo sus predecesores.
De todas formas, para llegar al fondo de la cuestión, habría que decir que no se trata de que haya partidismo bueno y partidismo malo, sino que hay que tratar de ser lo más objetivo posible. Aun estando de acuerdo en que el periodismo objetivo no existe, sí hay unos mínimos que pueden cumplirse y que consisten fundamentalmente en tener los pies en la tierra, y más concretamente en esta tierra, no ignorar lo que sucede en ella y a sus protagonistas.
Igualmente, EITB necesita la paz social suficiente para dar solución definitiva a la situación de su plantilla: diversidad de contratos y sueldos para el mismo trabajo y provisionalidad han sido dos de los males endémicos de EITB durante décadas.
Relaciones políticas, enchufismo, formas de trabajar que en otros ámbitos han creado escándalos y una gestión de contenidos informativos partidista se han dado con naturalidad en EITB. Hoy vemos con preocupación que esas prácticas, acompañadas de nombres que son viejos conocidos, vuelven a nuestras pantallas. Ahora que hemos confirmado que nada es para siempre, ni siquiera en las instituciones de la CAV, alguien debería hacer un esfuerzo por poner las bases de unos medios públicos que sirvan a los objetivos de informar y ofrecer un ocio constructivo a menores y adultos, sin olvidarse de dar, como mínimo, el mismo tratamiento al euskara que al castellano.