El lehendakari sigue en la casilla de salida
La sede del Gobierno de Lakua acogió en la tarde de ayer el segundo de los encuentros convocados por el lehendakari con el objetivo de buscar una salida a la crisis. El primero, con las instituciones como protagonistas, se saldó con una oferta limitada a la posible ampliación de la capacidad de endeudamiento y un sospechoso «malentendido» sobre la existencia o no de un acuerdo entre las partes. Con esos precedentes y sin trabajo de preparación previo, las expectativas sobre la cita con los grupos parlamentarios habían decaído en las últimas jornadas. No puede decirse, por tanto, que tres horas y cuarto de reunión después, las conclusiones expuestas por los participantes enfriaran ánimo alguno.
Sí causa estupor, sin embargo, que cuando ya ha pasado medio año desde que se constituyó, con la situación económica como prioridad absoluta, el Ejecutivo autonómico no haya avanzado un ápice en esta materia. Escuchar a todos los portavoces de la oposición criticar la falta de propuestas concretas por parte de su anfitrión invita a preguntarse cuál es la motivación real de un mandatario que anuncia por sorpresa una ronda de contactos, cuando ni siquiera sus colaboradores cercanos conocían sus intenciones, y luego pone todo de su parte para impedir en la misma se produzca ningún avance significativo. Los grupos se han comprometido a seguir reuniéndose y exponer sus propuestas en aras a un posible entendimiento, pero esta disposición no es noticia ni puede ser expuesta como conclusión satisfactoria de una cumbre como la celebrada en Lehendakaritza. Menos aun cuando las únicas iniciativas concretas partieron de los convocados.
Iñigo Urkullu se halla hoy en la misma tesitura que antes de la reunión, está igual que hace dos semanas, sin cambio desde el pleno de investidura. Tiene que decidir cuál es su proyecto para este país, exponerlo sin rodeos y tratar de conseguir los apoyos necesarios para sacarlo adelante. La situación no admite maniobras dilatorias, pues son demasiadas las personas que se encuentran en una situación de emergencia y que empiezan a pensar que se les está faltando al respeto.