Raimundo Fitero
Artistas
Cada uno en su género, los podemos considerar unos auténticos artistas. Son cuatro y han tenido en pocas horas su gran momento televisivo. Son cuatro joyas del firmamento más casposo. Por orden de aparición en pantalla. Bertín Osborne apareció en la parte final de «El Gran Debate», de Telecinco, mostrándose en toda la plenitud de una buena noche de juerga. Pasado de rosca. Como en sus mejores tiempos televisivos. Pero aquí reivindicativo. Indignado. Esa era su palabra preferida. Se añade a los indignados que se indignan y se dejan de indignar según el parte meteorológico. Con su discurso liberal, pidiendo rebajas de impuestos, él, precisamente él, al que le pillaron con el carrito del helado y le metieron una multa ejemplar. Lloró. Se emocionó al hablar de la Ley de Dependencia, a la que defendió a muerte, diciendo que era una salvajada quitar esas ayudas. Tiene un hijo con una grave discapacidad. Desvarió lo que no está escrito, se enfrentó a Pilar Rahola. Un espectáculo televisivo.
Los otros dos, con todas las distancias que nos provoca su capacidad artística real, coincidieron en los canales de la extrema derecha mediática, Intereconomía y 13 TV, con la excusa de sendos libros escritos por ellos, pero los dos desgranando sus opiniones más salvajemente españolistas, que es lo que les da dinero. Nos referimos a Toni Cantó, un vividor del cuento, un desastre intelectual y político, crispado, un desastre. El otro es Albert Boadella, con libro directamente político, con su discurso anticatalanista de raigambre, mucha mejor cintura dialéctica, dejándose enjabonar por los contertulios en Intereconomía donde coincidían más catalanoparlantes de cuna que en una tertulia de la televisión catalana. Coincidencias poco casuales. Catalunya la sienten como un problema o una excusa.
El cuarto es Jose Mari. Su entrevista como jefe de la oposición a Rajoy fue magnífica. Aznar mete miedo. Amenaza con volver. Hay cisma. En la entrevista estaba Paco Maruhenda, directo colaborador de Mariano, pero que se mostró como un flecha servicial en el campamento aznarista. Su actitud puede ser el dedo que marca el camino a seguir. Menudos artistas.