La oleada de protestas que han sacudido los barrios periféricos de Estocolmo con incendios de coches, restaurantes, escuelas, comisarías y mobiliario urbano ha generado un intenso debate en Suecia sobre la creciente desigualdad social y económica y la marginación en los suburbios de las grandes ciudades.

Aunque, según la Policía, la intensidad de los incidentes se ha reducido de forma progresiva, los disturbios se extendieron a otras ciudades en la noche del viernes al sábado.

En Öbrero, al oeste de Estocolmo, se registraron enfrentamientos entre grupos de encapuchados y policías. Además del ataque contra una comisaría, varios coches fueron quemados. En Linköping, al suroeste de la capital sueca, también ardieron varios vehículos y atacaron una escuela y una guardería.

Los bomberos informaron de 70 incendios, una veintena menos que en la noche del jueves, concentrados en los vecindarios más pobres de estas ciudades, donde vive la mayor parte de la población inmigrante.

Un grupo de unos 60 ultraderechistas recorrieron en coches la periferia de Estocolmo, provocando algunos incidentes en Tumba, al sur de la capital. Algunos fueron retenidos por la Policía de Estocolmo, adonde el viernes llegaron dotaciones procedentes de otras provincias.

Si bien el Gobierno conservador de Fredrik Reinfeldt ha reconocido la marginalidad que se vive en las zonas periféricas, ha presentado las protestas como un problema de orden público, negando que exista una Suecia segregada y tachando de «oportunista» a la oposición por exigirle al Gobierno responsabilidades políticas por los recortes sociales de los últimos siete años. Un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) muestra que Suecia es el país de la zona donde la pobreza relativa aumentó más entre 1995 y 2010.

La política liberal del actual Ejecutivo de recorte del gasto público y de las prestaciones sociales, acompañada de una rebaja de impuestos, sobre todo a las empresas, ha ofrecido buenas cifras macroeconómicas, pero ha hecho crecer el paro, que se sitúa en el 8,7%, y la desigualdad.

En declaraciones al diario conservador «Svenska Dagbladet», Ove Sernhede, del Centro de Estudios Urbanos de la Universidad de Gotemburgo, destacó que mientras el bienestar mejora en la parte alta de la sociedad, se estanca en los suburbios, estableciendo diferencias «crecientes y chocantes» en las grande urbes.