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Patxi Agirrezabala Responsable de Comunicación de ELA

Apelan a la unidad como argumento de desmovilización

¿Para qué es la unidad? ¿Para anestesiar a la sociedad? No; la unidad es para salir a la calle y pararlos; para dar oxígeno a políticas sociales, al empleo digno, a la defensa de los salarios y la solidaridad

La huelga general no es unitaria» es un argumento que se repite. Es curioso, hasta la derecha que aplica los recortes desprestigia la movilización diciendo eso. ¿Qué le im- portará a la derecha la unidad sindical? Hemos emplazado a CCOO y UGT para que estuvieran en la huelga. Han contestado que no. Lo sentimos. ¿Por qué, ante el mayor ataque contra todo lo social, no están en la huelga y desacreditan la movilización apelando a la unidad? Para contestar, hay que analizar los últimos actos de CCOO y UGT.

Pensiones: En enero de 2011 acordaron con Zapatero la reforma que, entre otras cosas, elevaba la edad de jubilación a los 67 años y establecía el «factor de sostenibilidad». El PP ha hecho otra que destroza aquella el 15 de marzo de 2013 y anuncia que, antes de finalizar el año, hará otra mucho más dura amparándose en el «factor de sostenibilidad» que ellos acordaron. El PP tiene como objetivos para esa próxima reforma elevar la edad de jubilación más allá de los 67 e imponer fórmulas para reducir drásticamente la cuantía de la pensión. En la «Comisión de Expertos» que ha creado el PP para que le ayude a hacer ese trabajo, junto a los representantes del sector financiero, está CCOO. ¿Qué pinta un sindicato en esa Comisión?

Negociación colectiva: Firmaron un Acuerdo de Negociación Colectiva (ANC) en 2011. En él se decía que «los salarios eran responsables de la pérdida de competitividad de las empresas», y que las subidas salariales «no debían ser superiores al 0,6%» (con una inflación del 3%). Con aquel acuerdo querían evitar la reforma laboral de Rajoy. No la evitaron. Recientemente la CEOE en una circular ha dicho que «los límites fijados en ese acuerdo no le obligan» y recomienda a las empresas que «congelen o reduzcan los salarios» y que utilicen la reforma que les ha regalado Rajoy para «cambiar los convenios de arriba a abajo». CCOO y UGT insisten en que la solución al bloqueo de la negociación colec- tiva pasa por acuerdos similares, tipo Acuerdos Interprofesionales. Si no vinculan a la patronal... ¿Para qué se hacen?

Estrategia de emprendimiento y empleo juvenil: Rajoy presentó en La Moncloa ese Plan. CCOO y UGT acudieron diciendo que ese acto «debía marcar la agenda de diálogo social del próximo período». ¿En qué consiste el Plan? Generaliza el empleo a tiempo parcial apoyado con dinero público. Empleos con salarios bajísimos para fomentar la sustitución de empleo digno por precario. Además, se «reforman» los contratos formativos, convirtiéndolos, de hecho, en un contrato precario más. Es un Plan para ampliar la precariedad para los jóvenes. ¿Qué pintan CCOO y UGT en esa foto con Rajoy?

Diálogo social: En el Estado no hay «diálogo social». La política es totalmente unilateral; más que nunca. Y, claro, no habiendo en el Estado, ¿por qué lo va a haber en Gasteiz o Iruña, cuando las políticas de sus gobiernos son una réplica de lo que hace el PP en España? Se cambió la Constitución y se elaboró la Ley de Estabilidad Presupuestaria para que en todo el Estado se hiciese la misma política, la del PP. El resultado: que cambian los partidos en los gobiernos sin que cambie la política.

Con Patxi López, CCOO y UGT estuvieron en esas mesas; en Navarra, han sido parte esencial del Plan Moderna. Ahora, con la llegada del PNV al Gobierno de Gasteiz, quieren dar continuidad a las mesas de «diálogo social». ¿Por qué se sigue llamando «diálogo social» a ese teatro vacío? ¿Por qué, si todo lo que importa a la clase trabajadora se decide fuera de esas mesas, siguen en ellas? Obviamente, no porque influyan en la política. ¿Entonces, por qué? Por su nivel de dependencia financiera de los presupuestos públicos. La autono- mía del sindicato para juzgar la política de los gobiernos es proporcional a su autonomía financiera. Un tema central en el debate de modelos sindicales.

A un acuerdo malo le sustituye otro peor: Aunque sea muy duro, lo definitivo para evaluar al sindicalismo no es que se aprueben recortes y reformas, que no podamos frenarlos. La política (la ley) es el resultado de una determinada relación de fuerzas, y la derecha económica ha logrado desplazar muy a la derecha a todo el arco político. Lo verdaderamente duro es que, siendo eso así, una parte del sindicalismo acompañe al poder político en esa deriva. Una cosa es no poder parar los ataques que recibimos y otra, muy distinta, acompañar al poder y desclasar el conflicto social.

CCOO y UGT firman acuerdos (pensiones, ANC...) que ni siquiera se cumplen; y la alternativa al incumplimiento es buscar un acuerdo aún peor que el anterior. Por supuesto, cuando deciden firmarlos no se acuerdan para nada de compartir juicio con el resto de organizaciones sindicales. Se bastan ellos solos. La «falta de unidad» solo se saca a relucir como argumento demagógico cuando decidimos que toca movilización.

Unidad sí; para salir a la calle y pararlos: ¿Para qué es la unidad? ¿Para anestesiar a la sociedad? No; la unidad es para salir a la calle y pararlos; para exigir la regeneración de la vida política y democrática; para dar oxígeno a políticas sociales, al empleo digno, a la defensa de los salarios y a la solidaridad.

Llama la atención que una parte de la izquierda -no solo española- coloque la unidad sindical como exigencia por encima de programas y renuncie a hacer una crítica objetiva de las razones que justifican que, desgraciadamente, el movimiento sindical no pueda responder unido a esta dictadura económica que tumba democracias, derechos sociales y derechos laborales. Una dictadura económica a la que estorba, también, el movimiento sindical.

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