GIRO Última etapa
Paseíllo para el campeón
El corredor italiano celebró su primer Giro en las calles de Brescia, en las que Mark Cavendish se apuntó su quinta victoria.
Amaia U. LASAGABASTER
El Giro acabó como acostumbra. Con victoria al sprint -también como ha sido habitual en estas últimas semanas, para Mark Cavendish- y baño de multitudes para el ganador. Más caluroso aún en esta ocasión, en la que Italia recuperaba el rosa, pese a que la carrera había comenzado con la fortísima amenaza foránea de Bradley Wiggins.
Pero el esperadísimo duelo entre el último vencedor del Tour y Vincenzo Nibali no ha sido tal. Tampoco ha habido nadie capaz de recoger el testigo del británico -si es que alguna vez, ya iniciada la carrera, lo llegó a llevar-. Ni el defensor del rosa Ryder Hesjedal, ni Michele Scarponi, ni Cadel Evans, ni ninguno de los representantes de la nueva hornada que se ha dejado ver, y mucho, pero que todavía anda algo verde para aspirar al primer peldaño del podio. En ese sentido se puede decir que los últimos 200 kilómetros de Giro no son sino un reflejo de los 3.000 anteriores. Un paseíllo para Nibali que posiblemente habría ganado también en otras circunstancias, pero cuyos rivales le han facilitado la tarea.
Aunque solo en ese sentido. El siciliano podía haber fallado como otros y no lo ha hecho en un solo momento, primera premisa para hacerse con una grande. Junto a su equipo ha controlado la carrera sin tomar más riesgos de los necesarios pero con la ambición que caracteriza a un campeón. Y como los 207 corredores que partieron de Nápoles -168 llegaron a Brescia- ha tenido que soportar tres semanas de la primavera más invernal que se recuerda. Apenas ha disfrutado del sol un pelotón que ha sufrido lluvia, viento, frío y hasta nieve. Tanto como para que la etapa del Galibier se viera recortada, la de Val Martello directamente suspendida y la de la Lavaredo considerablemente amputada. Una última semana descafeinada -por muy espectaculares que resulten las imágenes de los corredores en la última ascensión dolomítica y aún más admirable su esfuerzo-, aunque no como para restar méritos al rosa de Nibali que visto lo visto, habría ganado igualmente, o incluso con mayores diferencias.
El de Astana, que a los 28 años parece alcanzar su madurez como ciclista, culminando una progresión innegable -19º en 2007, en su primera participación en el Giro; 20º un año después en su debut en el Tour, en el que en julio pasado llegó al podio; otros dos podios en la prueba italiana en 2010 y 2011; y, lógicamente, su primera grande en la Vuelta 2010-, no es, con todo, el único vencedor de esta edición, en la que equipos, países y nombres propios también se han repartido laureles.
Empezando por Mark Cavendish, que solo se ha dejado un sprint -en la accidentada llegada de Matera- y vuelve a casa con cinco victorias, incluyendo la primera y la última etapa. Pasando por Movistar, que las ha repartido -dos para Giovanni Visconti, una para Alex Dowsett y otra para Beñat Intxausti, a lo que hay que añadir la magglia rosa que llevó el vizcaino y su octava plaza en la clasificación final-. Y acabando con Colombia, que vuelve al podio de una grande de la mano de Rigoberto Urán y que confirma la gran esperanza de Alberto Betancur, 5º en la general y mejor joven.
Wiggins y Hesjedal, a casa
Por el otro extremo aparecen Bradley Wiggins y Danilo Di Luca. Junto a Ryder Hesjedal, pero en mayor medida, el primero protagonizó la gran desilusión de la carrera, de la que intentará desquitarse el próximo mes de julio -Chris Froome debe estar encantado-. Entre caídas, problemas mecánicos, un inconcebible bloqueo en los descensos y, finalmente, o al menos eso se hizo público desde su equipo, problemas de salud, el británico hizo las maletas antes incluso de llegar a los Alpes, en una carrera teóricamente ideada para su lucimiento. Del italiano, qué decir. Confirmó que los malos hábitos son difíciles de olvidar y, entre las durísimas críticas de sus compañeros -que no siempre parecen usar la misma vara de medir-, tuvo que abandonar la prueba después de que se hiciera público su positivo por EPO en una prueba del pasado mes de abril.
Tampoco regresan satisfechos a casa los hombres de Igor González de Galdeano. Si la cara del ciclismo vasco en el Giro ha sido Beñat Intxausti, o incluso Xabier Zandio -subió al podio con el Sky, mejor equipo de la prueba- o Juanma Garate, que se ha dejado ver en algunas etapas, la cruz ha sido indudablemente para Euskaltel. La formación naranja lo ha intentado en muchas ocasiones, pero casi siempre se ha quedado lejos de conseguirlo. Solo Samuel Sánchez, que se había marcado una etapa como gran objetivo, se ha acercado, pero su segundo puesto en la contrarreloj de Polsa sabe ciertamente a poco.