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Al Palau, con la bendición apostólica del Padre Carmine

BARCELONA-BILBAO BASKET

A. G.

Rememorando la película Rocky -la primera, por favor, no las secuelas-, uno puede quedarse con la banda sonora, los ojos de tigre, la supuesta épica del combate... incluso con los premios Oscar que ganó. Pero si hay algo de sincero y real en esa obra, es la honestidad de su protagonista consigo mismo, un héroe que se sabe inferior a su rival y que por ello es capaz de despertar al cura de su barrio, el Padre Carmine, para pedirle que le «eche una bendición, por si me pegan una paliza».

El propio Fotis Katsikaris, emocionado tras el partido del domingo en Miribilla, se despedía de la afición entre aplausos, incluso entre abrazos a la archiconocida «amama» de Miribilla, casi adelantando una despedida. «Estaría bien volver aquí, porque significaría que hemos ganado en el Palau», declaraba el tecnico heleno en la sala de prensa con una media sonrisa, aunque no tardaría en matizar que «eso sería un milagro».

Nada que perder

Milagro o no, lo cierto es que los hombres de negro afrontan este desempate con los deberes hechos. «Queríamos dedicarle una victoria a nuestros aficionados, ya que han estado a nuestro lado todo el año», reconocía el base Nikos Zisis antes de partir hacia Barcelona. «Naturalmente, el Barcelona jugará con mucha mayor concentración que en Miribilla, pero nosotros ya vamos sin nada que perder, sin ninguna presión, y aunque sabemos que va a resultar muy difícil, lo tenemos todo a ganar».

En el bando culé se lamentan tanto del pésimo arranque del pasado domingo -no estuvieron al nivel hasta el tercer cuarto- y de la oportunidad perdida para remontar en los últimos segundos -Todorovic no olvidará fácilmente la bandeja que erró en contraataque a falta de 20 segundos-, pero saben que su rival físicamente está muy tocado, y que, aunque ellos tampoco estén en su mejor momento, su rival caerá de maduro si se le presiona en defensa.

En comparación al duelo de Miribilla, Xavi Pascual tiene la ventaja de que recupera a Brad Oleson, ya que un ataque de faringitis aguda lo apartó del encuentro a última hora. Mientras, en el bando bilbaino, aparte de las bajas de Pielpic y Rakovic, Mumbrú sigue con su proceso febril, y jugadores como Raül López -una dura falta de Sada sobre el de Vic encendió todas las alarmas, aunque el base bilbaino pudo continuar- juegan más por coraje que por físico.

«Para ganar habría que hacer un partido extraordinario», reconocía Zisis. «Alex -Mumbrú- por ejemplo, hoy no ha podido entrenar, pero la situación es la que es, y tal vez por eso permanecemos unidos e intentaremos hacer lo imposible», añadía.

«El Barça juega en su cancha y pondrá más atención que el otro día, por lo que el partido será todavía más difícil», reconocía el base heleno.

Es lo que hay. En el peor de los casos, los hombres de negro ya han recibido su bendición.

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