Líbano retrasa las elecciones con la mirada puesta en la guerra siria
El Parlamento libanés prolongará su mandato y retrasará a noviembre de 2014 las elecciones previstas para este mes, por la incapacidad de los partidos políticos de acordar una ley electoral, pero sobre todo por las divisiones suscitadas por la guerra en la vecina Siria. Las formaciones libanesas -pro y anti Bashar al Assad- ya están implicadas en el conflicto con algo más que afinidades políticas.
GARA | BEIRUT
El Parlamento libanés prorrogó ayer la actual legislatura otros 17 meses y aplazó hasta noviembre de 2014 las elecciones generales previstas para el próximo 16 de junio, a causa de la incapacidad de los partidos políticos para llegar a un acuerdo sobre la ley electoral y de las profundas divisiones causadas por la guerra en la vecina Siria. Más de cien de los 128 parlamentarios aprobaron el texto, que señala que «la situación de seguridad en varias regiones libanesas, que se acompaña de una escalada política y una división que toma a menudo formas confesionales. Las tensiones de seguridad y políticas impiden llevar a cabo la campaña electoral».
Para la decana de la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de San José de Beirut, Fadia Kiwane, «la verdadera razón hay que buscarla en el hecho de que todos los partidos quieren ganar tiempo para saber quién vencerá en Siria, el régimen o la oposición». «Los partido libaneses, que apoyan a uno u otro bando, piensan que eso facilitará su victoria».
Pero las implicación de las formaciones sirias va más allá de las afinidades políticas. Hizbulah combate al lado del Ejército sirio en la zona en la cercana a la frontera, donde parte de la población es chií. Líbano, dividido por la guerra siria entre los favorables y los detractores de Bashar al Assad, se ha visto afectado también por enfrentamientos mortales en Trípoli.
Mientras la oposición critica la intervención de Hizbulah en Siria, el movimiento chií le acusa a su vez de apoyar a los jihadistas y takfiri (suníes extremistas) que luchan con el ELS. Pero se mantiene además la difícil cuestión de formar un nuevo gobierno. El primer ministro ha sido incapaz de sacar un Ejecutivo adelante desde su nombramiento el 6 de abril, debido a las divisiones políticas.
Hizbulah
Por otra parte, el ministro de Asuntos Exteriores, Adnan Mansur, expresó su rechazo total a que Hizbulah sea incluido en una lista de «organizaciones terroristas», como barajan la UE y las monarquías del Golfo Pérsico. «Hizbulah forma parte del Parlamento y del Gobierno y hacerlo equivale a un intento de chantaje político. No queremos que politicen ese tema», dijo Mansur en una entrevista al periódico libanés «As Safir».
«Líbano adoptó la política de disociación desde el comienzo de la crisis siria, manteniéndose alejado políticamente de ese problema y sus consecuencias», agregó. Sobre la participación de Hizbulah en los combates por la región siria de Qusseir, explicó que cuando 20 aldeas sirias, cerca de la frontera, se convirtieron en víctimas de los enfrentamientos, «el Ejército sirio no estaba presente y sus vecinos pidieron ayuda».
Al menos una docena de cohetes disparados desde territorio sirio impactaron ayer en la localidad libanesa de Wadi Jaled sin causar víctimas ni heridos, según el portal de noticias Naharnet. El pasado martes, cuatro cohetes dejaron tres heridos al destruir un domicilio en la ciudad de Hermel, un día después de la muerte de la libanesa Loulou Awad, de 17 años, también por el estallido de un proyectil.
Refuerzos del grupo Liwa al-Tawhid, próximo a los Hermanos Musulmanes llegaron ayer a la estratégica ciudad de Qusseir, cercana a Líbano, donde tropas del Ejército y Hizbulah habían cercado a los insurgentes, según la oposición, que asegura que «casi 1.000 combatientes de toda Siria» lograron entrar la localidad asediada.
Tras una cumbre de ocho días marcada por las persistentes divisiones internas, la Coalición Nacional de la oposición siria decidió ampliar su dirección y retrasó a mediados de junio la elección de un nuevo presidente. Al término de los debates en un hotel de Estambul, su presidente interino, Georges Sabra anunció un acuerdo para integrar a 43 personalidades del Ejército Sirio Libre (ESL) y de grupos que estuvieron en el origen de la revuelta contra Bashar al Assad. «Podemos decir que hemos conseguido renovar la Coalición», se felicitó Sabra. Durante los ochos días, los «padrinos» de la revuelta, Qatar y Arabia Saudí, han librado una guerra de influencia para su control que ha paralizado los debates y prolongado al reunión cinco días más de lo previsto.
Y ni siquiera la ampliación aprobada sirvió para solventar las discrepancias. Grupos activistas en el interior de Siria, como los Comités de Coordinación Local, la calificaron de «fracaso» que confirma que, «en su actual forma organizativa, la Coalición es incapaz de ejercer su deber debido a la repulsión entre sus bloques fundadores». «Esto último ha conllevado flagrantes injerencias por parte de muchos actores regionales e internacionales que han dado al traste con la independencia de la decisión nacional», añadieron. Por ello, criticaron que la ampliación «no es más que un intento miserable de crear un injerto», y rechazaron que se incluya a «entidades que no gozan de una presencia activa y efectiva en la revolución». Exigen para «las fuerzas revolucionarias» «un porcentaje no inferior al 50% de los miembros de la Coalición y en sus organismos de liderazgo». GARA