Pueden aplazar la cosecha, no destruirla
El Tribunal Constitucional ha maquillado con literatura jurídica la decisión política del PP de mantener en prisión, contra toda evidencia y el sentir mayoritario de la ciudadanía vasca, a los militantes independentistas Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Sonia Jacinto, Arkaitz Rodríguez y Miren Zabaleta. Continuarán presos mientras el Constitucional resuelve sobre el recurso de amparo que presentaron contra la sentencia del Tribunal Supremo que les castigó con penas de entre seis años y seis años y medio de cárcel. Y conociendo los plazos, la composición y el impulso político que anima las decisiones del Constitucional, puede decirse que, a efectos prácticos, cumplirán su condena antes de que aquel resuelva el recurso.
De poco sirve valorar razonamientos y garantías del Derecho cuando el ensañamiento se impone para escarmentar a una comunidad política. Sobran las palabras cuando se retratan quienes azuzan el populismo punitivo antivasco para imponer una política vengativa. Cuando se evidencia, por si no estaba claro, quién utiliza la violencia para crear un estado de ánimo contagioso donde el miedo y la resignación dominen las voluntades colectivas. Tapar todos los respiraderos, perder toda esperanza y un «no pararemos hasta cantar victoria», esa es la señal que Madrid envía con crueldad.
Saben que en Euskal Herria Otegi encarna una personalidad a imitar, una causa a continuar y un mensaje a refrendar. Saben que aun siendo una persona normal, sin pomposidad ni estridencias, las circunstancias lo han convertido en un líder con visión, voluntad y gran capacidad de concertación para llevar a su pueblo desde donde está hasta donde debe estar. Se equivocan. Ni los cinco encarcelados ni su comunidad política perderán la visión optimista, la confianza en el camino emprendido y en su propio pueblo. Nunca fue una tarea fácil y nuevas amenazas del PP acechan, y exigirán mucha entereza y habilidad para esquivarlas. Se equivocan. Pueden aplazar la cosecha, pero no destruirla.