GARA > Idatzia > Kultura

CRíTICA: «Hijo de Caín»

El síndrome del Emperador en una partida de ajedrez

p051_f01_115x85.jpg

Mikel INSAUSTI

Hay un aspecto interesante en el thriller catalán «Fill de Caín», relacionado con los diagnósticos de las enfermedades o anomalías psicológicas, y se refiere a esa manía de poner nombre a todos los síndromes imaginables, a fin de aplicarles la consiguiente terapia. En este caso se cuestiona el llamado Síndrome del Emperador y a su respectivo tratamiento, objeto de seguimiento hoy en día por parte de distintos realitys televivos como «Hermano mayor». Describe el momento justo en que el niño desafía la autoridad de los padres, convirtiéndose en un pequeño tirano del hogar.

El debutante Jesús Monllaó Plana arma con esa base conceptual una narración de suspense psicológico que conecta con el cine de terror y el subgénero de los niños diabólicos, haciendo que los actos del protagonista pasen de la trastada o la rabieta infantil a un grado de perversión maquiavélico, por tratarse de un aficionado a las estrategias del ajedrez.

También cabe una interpretación alegórica sobre tan acuciante problema educacional, dentro del que los padres sobreprotectores aparecen como las marionetas fáciles de manejar en manos de un hijo calculador y con ganas de hacer daño, tanto físico como emocional. Visto de esta manera, lo que podría parecer un fallo de guión acaba reforzando el discurso central. El peligroso Nico ha matado al perro de la casa, y aún así su padre le regala otra mascota, un pececito que acaba escaldado dentro de su pecera con agua hirviendo. En su rol paterno José Coronado se niega a ver la realidad y comete una ingenuidad que le convierte en un peón de la partida de ajedrez a merced del nuevo rey del tablero familiar.

El espectador sabe desde tan preciso instante que el sádico protagonista, tarde o temprano, se atreverá a pasar de quitar vidas animales a hacerlo con humanos. La película nos ha hecho asistir al nacimiento de un psicópata, del mismo modo que el maestro Bergman nos hizo ver en «El huevo de la serpiente» cómo se desarrolló el nazismo. El debate moral que se plantea, ya fuera del cine, es el de la reponsabilidad de los padres: ¿Víctimas o culpables?

 

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo